miércoles, 22 de agosto de 2012


Situación del arte en el  malestar posmoderno


“Si la historia del arte pudiera ser
 representada gráficamente,
 por ejemplo en la tabla
que usan las enfermeras para anotar
la curva de la fiebre de sus pacientes,
 las líneas formarían las
mismas montañas y valles
 ascendentes y descendentes
y demostrarían que en el arte
no hay un desarrollo sólo ascendente
sino que también conoce los descensos,
 que pueden producirse
en cualquier momento.
Y lo mismo ocurre con el trabajo del artista.”
Pablo Picasso

El comienzo del siglo XX se caracteriza por la subversión de las certezas que fueron pilares de la Modernidad.
·        En el campo del arte la ruptura con la figuración tiene su máximo exponente en Picasso y el cubismo. 
·        Freud y el inconciente respecto al sujeto cartesiano.
Planteo esto porque son los comienzos, a mi entender, de  lo que anunciaba Hegel en la Estética como el Fin del Arte.
 Con la ideología posmoderna y su pensamiento débil se va a generar una peculiar situación en el arte de fin del siglo XX que se caracteriza por la ausencia de estilo, sobretodo en lo que podemos denominar autoreferencialidad de la obra donde el objeto remite a sí mismo. Cito a Bernard Venet en referencia al arte conceptual: “este trabajo insiste en la particularidad de no utilizar lo material para crear las formas: es la forma misma. Ésta es la razón por la cual digo con frecuencia que mis obras son autoreferenciales”.
      Vivimos una época en la que pareciera que todo puede ser  llamado arte. O sea que nada es arte. Tomemos por caso el Body Exhibition o lo que El espejo no muestra, y que ha convocado a cientos de miles de espectadores en Europa, Japón, Estados Unidos y hasta hace poco lo pudimos ver en el Abasto porteño. Si tomo este ejemplo es porque es el más significativo respecto a la influencia de la dominante en el malestar actual en el arte, y a la  vez confirmaría la hipótesis de Badiou respecto a la “pasión por lo real” que marca al siglo. Sabemos desde Freud que los artistas, a pesar de su capacidad sublimatoria, no están exentos del malestar, a lo que podemos agregar  que el arte tampoco lo está.
           Para justificar mi posición los invito a realizar un recorrido para establecer de qué malestar hablo cuando me refiero al malestar en la cultura.
          Comienzo entonces por definir el psicoanálisis como:“una praxis terapéutica, que surge como una respuesta racional y por lo tanto comunicable al malestar en la cultura que se manifiesta como un exceso de malestar en el sujeto”.
          Malestar que es estructural, es decir que no hay posibilidad de erradicarlo.
        La cultura a la que me refiero la tipifico como cultura cientifica. Pasemos ahora a desarrollar y justificar esta proposición.




La civilización científica y el sujeto de la ciencia.
    
Aquí me voy a referir a ese capítulo tan importante del psicoanálisis que es el Malestar en la cultura. Se hace preci­so entonces justificar el título, qué es la civilización científica.      
    Es la cultura que "nace" después del gesto cartesiano que funda la Modernidad.
    En este gesto se condensan los gestos de Galileo, Bruno y Kepler entre otros.       Modernidad que va a poder ser subsumida en un significante: La Ciencia. Es decir que va a haber otras características, sin duda alguna, que se le puedan asignar a esta Modernidad pero que todas ellas van a ser subsumidas bajo el significante Ciencia. Esto quiere decir que los sujetos de esta cultura van a ser sujetos, efectos, de este nuevo ordenamiento significan­te.
          En la Edad Media el ordenamiento se producía alrededor del significante Temor a Dios.
        En la Modernidad será reemplazado por La Ciencia. Punto de mira, lugar alrededor del cual se organizarán las experiencias humanas. "Si el yo del hombre moderno ha tomado su forma, en el callejón sin salida dialéc­tico del "alma bella" que no reconoce la razón misma de su ser en el desorden que denuncia en el mundo, una salida se le ofrece al sujeto para la resolución de este callejón donde delira su discurso. La comunicación puede establecerse para él válidamente en la obra común de la ciencia y en los empleos que ella gobierna en la civilización universal; esta comunica­ción será efectiva en el interior de la enorme objetivación constituida por esa ciencia, y le permitirá olvidar su subje­ti­vidad;... le dará ocasión de olvidar su existencia y su muer­te, al mismo tiempo quele dará oportunidad de desconocer en una falsa comuni­ca­ción el sentido particular de su vida." Esta es la alienación más profunda del sujeto de la civilización científica. Esta es una forma de locura que la sociedad (función del socius) científica genera. Produce una sutura en la división misma de este sujeto ($) al ofrecer ideales en los que se identifica sin mediación, donde el psicoanálisis no esta exento, cuando por vía del algún psicoanalista habla en nombre de la ciencia para tipificar ciertas conductas y explicarlas a través de algún medio masivo. También  escuchamos su efecto cuando alguien en la consulta nos dice: soy fóbico o seguramente habrá habido alguna motivación inconciente en lo que hice, ¿no Dr.?      Si bien el psicoanálisis no está exento, hoy, de favorecer esta alienación, también podemos decir que él nació como una respuesta, como un retorno desde lo social, al males­tar característico de la modernidad. En este sentido el psico­análisis es una respuesta al malestar de la civilización científica, y por eso mismo es que no podría haber nacido si no hubiese tenido a la ciencia como su condición. De la misma manera podríamos decir que el marxismo es la res­puesta al capitalismo, y que éste fue su condición. Pero el marxismo tampoco escapa al significante ciencia o acaso ¿no es El Capital la obra científica de Marx?. El paradigma de la neurosis obsesiva, el caso que fue elevado a nivel de paradig­ma, El hombre de las ratas  llega al psicoanálisis a través de la lectura de La psicopatología de la vida cotidiana, sujeto de la ciencia, este abogado llega a Freud por haber leído un texto que fue por él elevado al rango de científico. A la vez, es mi conjetura, respondió a la maniobra de Freud que, en plena etapa de transmisión y de difusión de su ciencia, intenta con esta publicación hacer entrar el psicoanálisis en la sociedad. Por consiguiente, digo, que hay un sujeto de la ciencia, que es antinómico a la ciencia, pero que es efecto de ella y de ese sujeto es del que se ocupa el psicoanálisis y que ese sujeto es el que padece el malestar que Freud tan bien analizó en los comienzos de la década de 30. Malestar que hoy podríamos llamar horror, y esto porque entre ese texto de Freud y la actualidad han pasado, obviamente muchas cosas, pero hay una que considero clave: Auschwitz, tanto como decir que entre Hegel y Freud, la clave fue la máquina a vapor. Poco antes de morir, frente a la barbarie nazi Freud dijo: "hoy queman mis libros, en la Edad Media me hubieran quemado a mi". Ocurre que el creador del psicoanálisis creía, sí, creía en la razón, en la ciencia y en su progreso y que ese mismo progreso podía evitar la barbarie, si bien su escepticismo le impedía tener fe, como lo muestra en las últimas líneas de  Males­tar..., pero no podía dejar de creer, o acaso él no era también un sujeto de la ciencia. Ocurre que contra­riamente a lo que pensa­ba la “ sutura positivista o cientifi­cista, que esperó que la ciencia configurara por ella misma el sistema acabado de las verdades del tiempo” , Auschwitz nos muestra cómo la ciencia unida al fanatismo fundamentalista, de la segunda figura hegeliana, no puede evitar la barbarie. Después del nazismo es mucho lo que todavía queda por pensar, a expensas de todo lo que se dijo.         

Con este recorrido intento mostrar  cómo la dominante del malestar actual, la ciencia, se hace presente en todos los campos incluyendo el arte, en particular lo que se denomina arte conceptual.  Si Duchamp puede ser considerado el precursor de éste no habría que olvidar lo que dice Octavio Paz  al respecto: “su gesto no es tanto una operación artística como un juego  filosófico”. Podría decirse que Duchamp es el  primer artista sin arte, en el sentido de que el producto no es una obra sino el gesto convertido en obra. Para ser más claro “La  fuente” no es  la obra sino que el gesto de profanación de poner un mingitorio en el lugar de la obra pasa a ocupar el lugar de ésta.
 La obra de arte narra una historia independientemente de la filosofía de su autor, sin embargo lo que ocurre con el arte conceptual y con el abstraccionismo en particular (pienso en Rotkho)  es que borra la historia, la narración, quienes hablan y arman la historia son los curadores, los críticos y los catálogos y esto  se enlaza con lo que ocurre con la ciencia que olvida su historia, (olvida los dramas subjetivos de aquellos que contribuyeron a fundarla) es más no necesita de ella, al igual que la ideología posmoderna.  La ideología posmoderna al negar la historia y apostar al no sentido o al sinsentido no hace otra cosa que fundar un nihilismo estetizante  y absolutamente paralizante, me arriesgo a decir que esta es una nueva modalidad que adopta la pulsión de muerte en la época del individualismo posmoderno






Bibliografía:

Lacan, Jacques, Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanaálisis. Escritos I, Siglo XXI editores, México 1978.

Lacan, Jacques, La ciencia y la verdad. Escritos I, Siglo XXI editores, México 1978.

Paz, Octavio, Marcel Duchamp o el castillo de la pureza.Ediciones Era, S.A., México, 1968

Hess, Walter, Documentos para la comprensión del arte moderno. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1994.

Boyé, Claudio R.,  El malesta en la civilización científica. Reflexiones sobre el individualismo posmoderno. Revista Oxímoron Nº 2, año 1997.













































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