lunes, 23 de marzo de 2015



VIENA FIN DEL SIGLO XIX
Notas sobre el sececionismo

El sececionismo no destruye nada no arrasa con nada. Cambia el sentido de las obras del pasado. Realiza una secesión  precisamente porque no comparte  más la interpretación común dada a un patrimonio; consecuentemente no destruye ese patrimonio. Se puede decir que su principal obsesión  es el pasado, no el futuro. La modernidad secesionista nace de una desinteligencia con el pasado, rechaza una tradición.
El yo escribía Musil en los años veinte, “el yo ya no es lo que fue hasta aquí, un soberano que promulga edictos”.
En 1886 Ernst Mach, en su Análisis de las sensaciones y la relación entre lo físico y lo psíquico, había demostrado con el rigor del físico  y del nominalista que era, que el yo no es más que una ilusión ventajosa de la conciencia; de hecho, un agregado aleatorio de sensaciones fugaces.
En la modernidad vienesa la palabra está bajo sospecha. No dice nada del mundo. Sus articulaciones sintácticas no remiten a ninguna lógica que permita captar lo real. Todo el pensamiento vienés no deja de afirmar su desconfianza hacia esa construcción que es la Muttersprache, tan frágil, inmaterial y vulnerable como e imperio mismo.
Viena no era solamente la capital del imperio de los Habsburgo sino su cabeza, y esa cabeza no podía funcionar mientras el resto del cuerpo se despedazaba, a menos que adaptara su funcionamiento a esa realidad. La decadencia de los Habsburgo y de su imperio tuvo lugar en el mismo momento en que Viena alcanzaba el punto culminante de su cultura. Es esa paradoja la que le dio a la cultura vienesa su carácter único: no se orientaba por lo que pasaba en el vasto mundo y le daba la espalda a las realidades exteriores, concentrando toda su energía intelectual y artística en los aspectos interiores del hombre, que se ven poco afectados por lo que pasa a su alrededor. Las fuerzas internas más poderosas eran el sexo (eros) y la muerte (tánatos).
Algunos nombres: Arthur Schnitzler, Rilke, El drama de Mayerling ( el archiduque Rodolfo deprimido en su pabellón de caza de mayerling en 1889, mató a la compañera de su última noche, la baronesa Vetsera, antes de suicidarse)
Curiosidad: En diciembre de 1881 el incendio del viejo Bourgtheater, durante una representación de los cuentos de Hoffman, produjo un gran número de víçtimas. Fue una catástrofe que sacudió a la ciudad. Como signo de expiación, en el solar del teatro, en la Ringstrasse, el Emperador Francisco José ordenó construir un edificio, el “Campo de la expiación designó para ello a quien estaba considerado como uno de los más grandes arquitectos de Viena: F.V. Scmidt. Los elevados alquileres de los soberbios departamentos de ese inmueble estaban destinados a ayudar a los niños que habían quedado huérfanos. Al principio fue muy difícil encontrar locatarios, ya que los eventuales candidatos estaban poco interesados en vivir donde tanta gente había muerto. A pesar de ello fue en ese inmueble donde Freud se instaló después de su casamiento y atendió sus consultas.Los Freud figuraron como los primeros habitantes de ese inmueble y el primogénito de Freud fue el primer niño que nació allí, lo que hizo que el Emperador le enviase una carta felicitándolo por haber hecho nacer por primera vez una nueva vida en ese lugar donde se habían perdido tantas. Vivieron allí hasta 1891.