martes, 7 de abril de 2015

EL DÍA QUE LACAN FUE SARTRE

LACAN EN NEW YORK

Persuadido de ser mundialmente célebre, Lacan quiso tener el privilegio de una visita privada al Metropolitan. Cómodamente instalado en el hall del hotel Saint-Regis, exclamó: "Diganles que soy Lacan". Sus tres interlocutores quedaron petrificados. Pamela Tytell resolvió el problema con un buen humor muy "lacaniano": telefoneó al administrador de la ópera y le anunció que Jean-Paul Sartre quería ir de incógnito. Halagado de recibir a un huésped tan prestigioso, éste aceptó en seguida. Pamela le aconsejó simplemente, como se trataba de un capricho, que no interpelara al filósofo por su nombre. No pudo evitar sin embargo que, durante la conversación, se pidieran noticias de Simone de Beauvoir. A pesar de eso, no se reveló la superchería: Lacan no entendía bastante el inglés para descubrirla. En cuanto a Pamela, desplegó todos sus talentos de traductora para prolongar el quid pro quo. Así nos lo cuenta E. Roudinesco.