miércoles, 10 de octubre de 2012

DEL ABORTO


En la antigua Roma aborto y anticoncepción eran prácticas usua­les. Carecía de importancia el momento biológico en que la madre se desembarazaba del hijo que no deseaba tener. Los romanos nunca pensa­ron en recono­cer el derecho a vivir del feto. Está demostrado que en todas las clases sociales se recurría a métodos anticon­ceptivos.               
San Agustín habla de “las uniones en que se evita la concepción” como de algo normal, incluso entre esposos legítimos. Es más, distin­gue entre anti­concep­ción, esterilización por medio de drogas y aborto y, obvia­mente, condena a los tres por igual.
Plauto, Cicerón y Ovidio hacen alusión a la costumbre pagana del lavado tras el acto. Un bajorrelieve descubierto en Lyon muestra al portador de una palangana que se acerca a una pareja muy ocupada en el lecho; la costumbre, interpretan algunos historiadores, podría ser anticonceptiva.
Tertuliano, polemis­ta cristiano, considera que el esperma es ya un ser vivo, una vez emiti­do. En su Velo de las vírgenes, hace alusión a las falsas vírge­nes cuya preñez equivale a un parto: paradójicamen­te, lanzan al mundo hijos exactamente iguales a su padre, y al hacerlo así, los matan; alusión a un diafragma o pesario.                             
San Jerónimo, en la carta XXII, habla de aquellas muchachas “que experimentan de antemanos su esteri­li­dad y matan al ser humano antes incluso de engendrarlo”: alusión a una droga espermaticida.
Todos estos procedimientos corren por cuenta de la mujer; no hay alusiones al coitus interruptus.
Este breve panorama de la antigüedad tardía nos permite mostrar que las prácticas anticonceptivas y el aborto eran conocidas y habi­tuales. También que eran condenadas, por lo menos de parte de los moralistas y los cris­tianos.                                                      
Ahora bien mi propósito es realizar una lectura psicoanalítica de cierto momento histórico, la Edad Media, apoyándome en textos (y esta es mi hipótesis) que fueron, fundadores y regula­dores de las prácticas sexuales, y de la intimidad de los sujetos sujetados a la institución del Poder político y religioso.
Poder de la teocracia en la Edad Media, sustentado por el Derecho Romano, el Derecho Canónico y la Gran Glosa, tríptico que conforman la Escolástica y a los cuales hay que recurrir cuando se la quiere estudiar.
 Mi intención es mostrar cómo y qué regula esta institución, y también cómo logra, al decir del emperador Justiniano, en De summa Tinitate(Soberana Trini­dad), mante­ner la creencia en los subditos. Si me remonto a la Edad Media es porque considero que en ella se funda una subjetividad, un orden psíquico individual enlazado a un orden cultural que llega a nosotros, como buenos occidentales, a través del Derecho que también, como buen occidental, abrevó en las fuentes del Derecho Romano.
Desde el Renaci­miento los casuistas modernos han recordado, al inaugurar sus trata­dos, que la conciencia moral es una manera de designar la Regla para un uso particular; es la reproducción del Gran Modelo, un dictado de la razón, ni más ni menos la regla interior, según la clara definición del jesuita Busembaum (autor del siglo XVII, Medulla Theologiae Moralis).                   No es de la conciencia religiosa de lo que me voy a ocupar sino del lugar lógico donde se instaura, se desarrolla, se diversifica el discurso canónico ofrecido y ya confeccionado a todos los justicia­bles de esta sociedad ante todo cristiana, luego burguesa, y luego capita­lista y postmoderna. En síntesis de cómo este discurso sigue siendo efectivo hasta en sus versio­nes laicizadas.

LO LICITO Y LO ILICITO

La institución regula y mide el miedo. La sexología canónica, preciosa para todas las sociedades nacionales del Occidente llamado cristiano, ha tomado la forma de una Regla de las reglas y se propone como vigilante en el vasto dispositivo institucional. Una de la obser­vaciones más importante que se puede hacer es la de revelar la cons­tancia del tema sexual para subrayar con ostentación, en el seno del sistema canónico, lo irrecusable de la Ley, su fundamneto de Escritu­ra, y la excelencia de sus principios en el gobierno de los humanos.   
El discurso canónico está sin fisuras, sacando provecho de las nocio­nes lógicas de Aristóteles, de los retóricos latinos y de San Agustin, convertidos en autoridades. Se dirige a todos sus subditos sin excep­ción, es decir a toda la humanidad y ante todo a la occiden­tal. Comprender en qué y por qué razones precisas ese discurso se impone como Palabra solemne y que hace temblar, remite por consiguien­te, al corte fundamental de una teoría que sabe decirnos lo que hace obedecer al hombre. La clave la entrega la teología del pecado origi­nal, sin la cual no puede ser entrevisto el estrecho pasaje donde se unen La Esco­lástica y la antropología.
Según se dice, antes del pecado, Adán vivía en el paraíso exento de enfermedad y dispensado de la muerte. Si hubiera conservado la inocencia de ese estado, habría ignorado la pasión, al punto tal que en el acto generador, no habría experimentado más placer que tocando una piedra con la mano. Hubiera engendrado una raza santa y pura. Pero sobrevino el pecado, de donde procede todo el mal para la humanidad entera, que sufre así la condición de Adán, genitor primordial, según nos cuenta San Agustín, en La ciudad de Dios. Por lo tanto consumado el crimen, los padres de la humanidad conocieron la vergüenza de verse desnudos. Consecuencia inmediata del pecado-: los órganos genitales fue­ron corrompidos para siempre, transformados ahora en la sede del placer.
“Desde que el hombre ha pecado, le corresponde en suerte, según la justicia de Dios, la corrupción, pena del pecado; en ello puede sentir el goce, que se encuentra fundado en las partes genitales de los padres. Por eso también se ha escrito de los primeros padres: después que hubieran pecado: “sus ojos se abrieron, desde entonces supieron de su desnudez; no es que hubieran sido creados ciegos, sino que después del pecado, la ley del pecado descendió a las partes genitales (post peccatum lex peccati in genitalia descendit).Esta ley, creo, se ha encontrado fundada en ese miembro más bien que en otro, pues de éste deciende la generación universal. Todos los hombres se han desprendido de una raíz mala, del mismo modo en virtud de la pena del pecado original, cada ser humano a su vez siente el pecado origi­nal”                                                                           
Nos dice Santo Tomás:
“Siendo concebidos en la concuspiscencia, todos sin exepción por el cuerpo recibimos ese pecado, mientras que no contraemos los otros pecados de nuestros ascendientes (robos, homoci­dios, otros)...” agrega ...”Si, a pesar de lo imposible, un hombre fuera engendrado no del semen sino de otra parte del cuerpo, un dedo por ejemplo, ese hombre no contraería el pecado de los primeros padres. Igualmente si Eva hubiese cometido sola la falta en los tiempos paradisíacos, los descendientes no habrían contraido el pecedo origi­nal, al no haber sido corrompido el semen viril” (In II Senten­tia­rum,Distinción 31, cuestión 1, art.2).                               
Lo importante a mencionar en relación a la cuestión arriba mencionada es que lo que preocupa fundamentalmente a nuestros teológos es el deseo sexual, y por lo tanto lo que intentarán será lograr su desvío, a través del dispositivo institucional. Porque este deseo pone en evidencia lo que ellos tratan de negar: los dos sexos. Es decir la sexología canónica es profunda­mente unitaria. El problema es la diferencia.
“A mi me gustan los eunucos de otra clase, castrados no por la fatalidad sino por su voluntad. Acojo con gozo en mi seno a los que ellos se han castrado a causa del reino celestial y por mi honor no han querido ser aquello que han nacido.” “ Los padres de Cristo han merecido ser llamados esposos, no sólo la madre sino también el padre, matrimonio de espíri­tu, no de carne... Los tres bienes del matrimonio: la descendencia, la fe y el sacramento se encuentran allí. Unicamente ha faltado el lecho nupcial pues éste no podía mantenerse en una carne de pecado sin el vergonzoso deseo de amor; ahora bien, aquel que debía estar sin pecado quizo ser concebido fuera de semejante deseo”.

Estas citas de Graciano nos presentan una rica correlación: la madre-esposa inviolada, el castrado oblativo son representaciones que podemos leerlas en el sentido de que la virginidad viene a abolir la desgracia de la dife­rencia y a restituir el orden, el principio de ser lo Uno.   
Otra cita de Graciano:
“La imagen de Dios está en el hombre, para que sea el único del que povienen todos los otros. Ha recibido de Dios el poder, como si fuera su vicario, pues tiene la imagen del Dios único; por esto la mujer no ha sido hecha a imagen de Dios.”
Estas citas que tratan de restituir lo Uno, en el terreno de la teología, se confronta con un mundo terrenal que les dice y le muestra que los sexos son dos, por eso dice Graciano:
“El hombre, al ser la imagen y la gloria de Dios, no tiene que taparse la cabeza; la mujer, por el contrario, lleva velo pues no es ni la gloria ni la imagen de Dios”.
Claro cómo puede la mujer ser la imagen de un Dios portador del falo, de un Dios-macho. En función de esta diferencia el Derecho Canónico abre su principal tratado del miedo instaurando su vasto reglamenta­rismo del matrimonio.
Los enunciados del derecho, expandidos en versiones populares dicen más o menos esto:
“Veréis la cosas terribles que os sucederán si seguís la inclinación de vuestros deseos; si hacéis lo que la Ley prohíbe y si no os acusaís de ser culpables ante el confesor, no podremos hacer nada por vostros”. Figura clave: la del confesor. 

Entonces por un lado tenemos Derecho, que conforma una simbólica a nivel del clero que tiene por objetivo sostener la Unidad del Dios Uno, para esto los teólogos y los glosistas se esmeraron interpretando textos y confeccionando argumentos. En los concilios, las autoridades de la Iglesia trataban de reglamentar la vida de los sujetos para que se adecuen, via el temor a Dios, y el amor de Dios, a un sistema de vida ( confesión, arrepentimiento, penitencia, prescriciones sexuales) que no contradijera los Libros Sagrados. Sin embargo la vida y el pensamiento avanzan y fue así como Giordano Bruno, el monje, encon­tró la hoguera por sus postulados acerca del universo, el infini­to y otros temas que cuestionaban este Dios-Uno, lo mismo podemos decir de Galileo Galilei. Que no terminó en la hoguera no porque se hubiera arrepentido, sino porque la muerte de Bruno, cercana en el tiempo había generado un conflicto político en la Iglesia demasiado importan­te como para repetirlo con Galileo. En el mundo laico las mayores consecuencias las sufrieron sin dudas las mujeres. ¿Tienen alma las mujeres? se preguntaban en el primer milenio. Tan grande fue la revolución cultural que produjo el cristianismo en Occidente que nada, quedo fuera de él.  Ni la mujer, ni el cuerpo. El gran vuelco que dio la vida cotidiana de los hombres en las ciudades, donde se suprime el teatro, el circo, el estadio y las termas, espacios de sociabilidad y cultura que con diversos títulos exaltan o utilizan el cuerpo, representa la derrota doctri­naria de lo corporal. La encarnación es la humillación de Dios. El cuerpo es la prisión del alma y esta es la definición no una imagen.                     
El horror del cuerpo culmina en sus aspectos sexuales. La abomi­nación del cuerpo y del sexo llega al colmo en el cuerpo femenino. Desde Eva a la hechice­ra de finales de la Edad Media, el cuerpo de la mujer es el lugar elegido por el diablo. Al igual que los períodos litúrgicos que entrañan una prohibición sexual (cuaresma, vigilia y fiestas de guardar), el período del flujo menstrual es objeto de tabú:
los leprosos son los hijos de los esposos que han mantenido relaciones sexuales durante la menstruación de la mujer.                                    
Ahora bien después de todo lo dicho uds. se preguntaran, quizas, cómo ubicar el aborto dentro del pensamiento de la Iglesia Católica.           Pues bien mi propuesta es que no se puede pensar la problemática del aborto por fuera de lo que hasta ahora vine diciendo. Es decir por fuera de la problemática de la diferencia, el deseo sexual, y la mujer. Si la mujer, recipiente del marido según la expresión paulina, o la sometida pura, convertida en el cuerpo del hombre como repetían los juristas de la Escolástica. O la que no tiene alma es tan solo un cuerpo necesario para vehiculizar a ese producto, no del acto sexual, aunque sea inevitable, sino de Dios, porque la concepción es divina, aunque sea contra la voluntad de la mujer, es decir via violación.         
Aquí entra la problemática de la vida, la sacralidad de la vida. La divinidad de la concepción. No voy a entrar en las disquisi­ciones sobre cuando el alma entra en el cuerpo. Pero que sea desde la concep­ción misma fue una respuesta, política de la igle­sia, a los avances de la ciencia. La pildora fue un duro golpe a la idea de que “a los hijos los manda Dios”.  En definitiva creo que tenemos elementos como para pensar cuáles son los lugares donde hoy se mantienen todas estas creencias que tan solidamente se articularon durante la Edad Media.

LIC. CLAUDIO R. BOYE

jueves, 27 de septiembre de 2012

Fin de Análisis y pase





FIN DE ANALISIS, PASE Y POSICIÓN SUBJETIVA
                                        “¿Acaso nuestra teoría no reclama para sí el título de
             producir un estado que nunca preexistió
de manera espontánea
en el interior del yo, y cuya neo-creación
 constituye la diferencia esencial
entre el hombre analizado y el no analizado?
Sigmund Freud. Análisis finito e infinito.


Lo que voy a citar a continuación es un fragmento de la conferencia sobre “Lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real, dictada por el Dr. Jacques Lacan, en julio de 1953, en oportunidad de la fundación de la “Sociedad Francesa de Psicoanálisis”. Sociedad científica constituida por el grupo disidente que se separa de la tutela de la “Sociedad Psicoanalítica de París”, adscripta esta última a la Asociación Internacional de Psicoanálisis. El grupo disidente estaba formado por: Daniel Lagache, J. Lacan, F. Dolto, J. Favez-Boutonier y B. Reverchon-Jouve.
“Cuando expresamos al término de nuestra selección, todos los criterios que se invocan (¿es necesaria la neurosis para hacer un buen analista? ¿un poquito?¿mucho? ¿seguramente no, en absoluto? Pero al fin de cuentas ¿es eso lo que nos guía en un juicio que ningún texto puede definir, y que nos hace apreciar las cualidades personales de esta realidad?) podrían reducirse a esto: ¿ qué significa que un sujeto tenga pasta o no tenga pasta, que sea, como dicen los chinos (she-un-ta) o un hombre de gran talla, o (sha-o-yen) o un hombre de pequeña talla?. Es algo –es necesario decirlo- constituye lo límites de nuestra experiencia. Es en este sentido que se puede decir para plantear la cuestión de saber qué entra en juego en el análisis: ¿de qué se trata? Acaso de ese rapport real del sujeto –a saber, según un cierto modo y según nuestras medidas de reconocimiento-. ¿Es sobre eso que debemos trabajar en el análisis? Ciertamente no. Se trata de otra cosa. Y he aquí la pregunta que nos planteamos sin cesar y que se plantean todos los que intentan formular una teoría de la experiencia analítica.
¿Qué es esa experiencia singular entre todas, que va aportar transformaciones tan profundas a los sujetos. Y qué son tales transformaciones. Y cuál es su resorte ?”.



Esta cita permite introducir una temática problemática que es la del fin de análisis por un lado y la del pase por otro. Problemática porque no hay una manera estandarizada de finalizar un análisis, y sí diferentes versiones, ya de Freud, ya de Lacan, al respecto.
Respecto al pase porque plantea cuestiones tanto teóricas, como prácticas, e institucionales y, por ende, políticas.
La cita introductoria nos informa que Lacan desde muy temprano estaba interesado en saber  ¿qué es el psicoanálisis? y ¿qué es un analista? Esta pregunta la sostendrá hasta el final de sus días. Respecto al fin de análisis aportará varias y diferentes respuestas, algunas incluso aparentemente contradictorias.
Por ejemplo en Función y campo de la palabra del lenguaje en psicoanálisis, dice:
“...que la cuestión de la terminación del análisis es la del momento en que la satisfacción del sujeto encuentra cómo realizarse en la satisfacción de cada uno, es decir, de todos aquellos con los que se asocia en la realización de una obra humana. Entre todas las que se proponen en el siglo, la obra del psicoanalista es tal vez la más alta porque opera en él como mediadora entre el hombre de la preocupación y el sujeto del saber absoluto.” “El final del didáctico mismo no es separable de la entrada del sujeto en su práctica”.



En este texto el fin de análisis esta en función de un sujeto pensado como intersubjetividad.
En la Dirección de la cura...dice:
“La función de este significante (falo) como tal en la búsqueda del deseo es ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar los análisis: y ningún artificio lo sustituirá para obtener este fin”.
 Queda claro aquí que el fin de análisis está en función del significante falo.
Menciono sólo algunos otros escritos: “...informe de Daniel Lagache...”, “Subversión del sujeto”, “La proposición...”, y “L’ etourdit”.
Entre los seminarios me detendré en el de acto, el XV. Seminario en el que la versión castellana es poco fiable. Tanto por su traducción así como por el establecimiento del texto.
Doy un solo ejemplo: En la página 96, correspondiente a la clase VIII de 7/2/68 dice: “¿Qué quiere decir, para tomar las cosas como alguien como Piercé y Charles Sanders...?”
Acaso el traductor...., o quien establació el texto ¿no se dio cuenta que después Lacan desarrolla el cuadrilatero de Peirce?
Acaso ¿habría que agregarle que Charles Sanders Peirce fue el fundador de la semiótica, que el concepto de signo desarrollado por él esta más cercano al significante de Lacan que el signo de Saussure? Seguramente diría con un gesto de horror frente a la herejía, pero ¿de qué está usted hablando?
Dejemos a este supuesto dogmático lacaniano y pasemos nuevamente al tema que nos convoca. 
En el seminario del acto analítico Lacan plantea la pregunta:
¿Qué es ese sujeto antes y después de ese salto presuntamente realizado?
Salto de analizante a analista. 
Este salto que se produce después del fin de análisis-entendido como atravesamiento del fantasma, identificación al síntoma y saber hacer con el“sinthoma”- y ese pase producen algo nuevo, una nueva posición subjetiva llamada: analista.
Considero en este sentido que Lacan radicaliza las posiciones freudianas. En Freud hay algo absolutamente nuevo que aporta el psicoanálisis y es la función del psicoanalista.
En lo que respecta al fin de análisis en Freud hay, en términos generales, un callejón sin salida, una impasse.  Pero cuando hablamos de esto no debemos olvidar que Freud se refiere a la posición subjetiva frente a la castración, es más, al final del texto dice que la elección de la posición frente a la castración está en el sujeto, la cita :
“Nos consolamos con la seguridad de haber ofrecido al analizado toda la incitación posible para reexaminar y variar su actitud frente a él”.
 En Lacan encontramos el pase como la condición para una nueva posición subjetiva: la llamada analista.
 Considero que esta es la gran tesis de Lacan respecto del pase. 
Entonces el hay fin de análisis,  por atravesamiento del fantasma y por identificación al síntoma, y un saber hacer con el “sinthoma”, es la condición para el salto a la posición subjetiva de analista.
Esto implica una transformación a verificar en la experiencia y que engendra un deseo nuevo llamado deseo de saber. Esto significa una modificación en relación al neurótico.
La posición del neurótico es un “yo no sabia”,  y también “no quiere saber (en el sentido de la represión) nada...de su goce” .
Entiendo que el deseo de saber, y el saber que se adquiere después del pase es un saber en este sentido.
Una experiencia respecto de los límites del saber, un respeto por lo no sabido, una elaboración, durcharbeitung dice Freud, del saber.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Podríamos decir un sujeto libre de las presiones del Otro.  Entonces el pase separa del Otro, al menos por un tiempo. Implica la posibilidad de testimoniar respecto a la trayectoria  que llevó al cambio y también a hacer aparecer el mecanismo del cambio. En términos de Freud hacer la experiencia de la existencia de lo inconciente, a través de la emergencia de lo reprimido.
En términos de Lacan que el inconciente diga porqué.
Por último quiero mencionar el duelo del pase.
Es un duelo programado desde el dispositivo analítico, desde la dirección de la cura, que lleva al sujeto a descubrir el universal de la castración. 
Desde ya aclaro que esto no significa que el sujeto llegue a un punto donde devendría incurable, es decir alguien que ya no necesite pasar por otro análisis.
No se trata de un alta, como los que otorgaba en una época la APA, que eran, algo así, como certificados de Salud Mental.
De ninguna manera, pues este salto a lo nuevo le permite al sujeto tener algunas claves, algunas llaves de su división, pero de ninguna manera funciona como una vacuna o como una profilaxis, y esto ya lo ha planteado Freud en el texto mencionado en el epígrafe.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        Por último este sujeto es una dificultad para el grupo, las características mencionadas hacen que este sujeto no contribuye a generar un efecto de “engrudo”, una tendencia a construir espíritu de cuerpo.
Esto genera preguntas respecto al aspecto institucional del pase y a las instituciones psicoanalíticas. No voy a desarrollar este punto sino que lo menciono como uno posible para ser discutido, sin embargo me gustaría recordar lo que dice Lacan en la disolución (18/3/80): "que cada uno ponga lo suyo. Vamos reúnanse,  encólen­se juntos el tiempo que haga falta para hacer algo, y luego disuélvanse para hacer otra cosa".                                         


 Claudio R. Boyé
                                                                                                                                                                            

martes, 25 de septiembre de 2012

DEL SUJETO DEL PSICOANALISIS


 DEL SUJETO DE LA  CIENCIA Y LA TRANSMISION DEL PSICOANALISIS


“Si tenemos que introducir y muy necesariamente a nivel del psicoanálisis la función del acto, es en tanto que ese hacer psicoanalítico implica profundamente al sujeto. Ese sujeto en el psicoanálisis es puesto en acto”.
Jacques    Lacan

INTRODUCCION
        Este trabajo es producto de una investigación que vengo realizando desde hace ya tiempo respecto a ciertos sintagmas cristalizados que circulan dentro del psicoanálisis postlacaniano[1]. Algunos de ellos son, por ejemplo, “por la ley se engendra el deseo”(trabajado en el artículo “No todo es significante” publicado en Oxímoron N º 1 ),  “no hay sujeto en la psicosis”, “no hay falta en la psicosis”o “la ciencia forcluye al sujeto”. Plantear que dentro de la comunidad analítica existan sintagmas cristalizados, que son vehículos de ideología, es decir productos del sentido común psicoanalítico (léase psicológico), puede parecer una obviedad. Sin embargo cuando en una disciplina sistemática, como es el caso del psicoanálisis, se encuentran este tipo de frases hechas y se las repite en escritos de diferentes analistas, de una escuela o de otra; se la escucha en boca de postlacanianos haciendo ejercicio de transmisión en cursos y seminarios; o disertando en coloquios y congresos merece, por lo menos, una lectura de la situación del psicoanálisis. En este caso me refiero al postlacanismo porteño. Aunque el tema excede las fronteras regionales y nacionales. Convocado por esta situación decidí investigar sobre estos prejuicios(1) que se repiten con la fuerza de la opinión, generalmente acompañados de “Lacan dijo...”. Lo que quiero comunicar es el resultado de la investigación bibliográfica ( que continúa) realizada en torno a la tan mentada frase “la ciencia forcluye al sujeto”. Para lo cual se hace necesario aclarar que no se trata de una guerra de citas, de si Lacan dijo o no dijo...Se trata, en mi propuesta, de si se puede sostener racionalmente la aseveración antes mencionada(“la ciencia...). La conclusión, la anticipo, es que es imposible sostener, con argumentos, tal afirmación. A continuación intentaré demostrarlo.
DEL SUJETO Y DE LA SUBJETIVIDAD
1)   “El sujeto del psicoanálisis no evoluciona. ¿Qué quiere decir esto? Que el sujeto, efecto del acto analítico, cuando emerge no evoluciona simplemente porque no es el mismo. Es otro sujeto.”
2)   “El sujeto del psicoanálisis es un supuesto. Es decir un subjectum. De acuerdo con la etimología y la tradición medieval un sub-puesto es lo arrojado debajo como sostén supuesto de un juicio aseverado. Por lo tanto el que concluye-en el sentido de los tiempos lógicos- es el saber inconciente, no el sujeto, este último es incluido en tanto excluido por el saber que lo produce como su supuesto, en el sentido literal del vocablo."
3)   “Si este matema -$- está dividido por el significante, no es causa sui, no es agente, es un puro efecto, como la electricidad (efecto del movimiento de los electrones); sujeto: efecto del movimiento de los significantes. Entonces ¿cómo es posible que se escriba y se hable de sujeto deseante?.”
4)   “De la subjetividad quiero decir que es efecto de la construcción del fantasma. Entendiendo por subjetividad la articulación de RSI y de los empalmes entre lo simbólico de lo simbólico, lo simbólico de lo real y lo simbólico de lo imaginario; así como lo real de lo real, lo real de lo simbólico y lo real de lo imaginario; y lo imaginario de lo real, lo imaginario de lo simbólico y lo imaginario de lo imaginario. Esto es lo que da cuenta de la subjetividad, no el sujeto. El sujeto es asubjetivo. ¿Cuándo se construye esta subjetividad? Cuando el sujeto emerge como respuesta al Che Voi?; ¿Cuándo ocurre esto? Cuando se termina de construir el fantasma, es decir al finalizar el pasaje por el Edipo, incluyendo su reedición. ¿Qué implica la construcción del fantasma? Nada más, ni nada menos que “La condición humana”, tal como la registró Magritte”.
“Cuando se habla de lo subjetivo, e incluso cuando aquí lo cuestionamos, siempre permanece en la mente el espejismo de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, que está del lado del que habla, y   que por lo mismo está del lado de las ilusiones: o porque deforma o porque contiene a lo objetivo. La dimensión hasta ahora eludida de la comprensión del freudismo, es que lo subjetivo no está del lado del que habla. Lo subjetivo es algo que encontramos en lo real.” (Lacan).
La noción de sujeto  es clave en la práctica del análisis. Operamos como analistas sobre el sujeto-$-. Sin embargo al decir sujeto hacemos Uno y este Uno deviene en prejuicio y entonces ocurre que confundimos y hacemos equivalentes sujeto- individuo- paciente. En definitiva le otorgamos una subjetividad al sujeto ($) y caemos en la “yocracia”con terminología lacaniana. La subjetividad, pensada en esta línea, se transforma en el bien más preciado, en un Ideal al cual debemos conducir al sujeto. De esta manera, es obvio, nos alejamos del psicoanálisis para tranformarlo en una “ortopedia humanitaria” que nada tiene que ver con el inconciente freudiano.                                                                                      
DEL SUJETO DE LA CIENCIA
Lacan plantea que el sujeto sobre el que opera el psicoanálisis es el sujeto de la ciencia, lo cito:  “Decir que el sujeto sobre el cual operamos  en el psicoanálisis  no puede ser sino el sujeto de la ciencia puede parecer paradojal.” Paradojal ¿por qué? ¿Acaso porque ciencia y psicoanálisis estarían enfrentados? En nuestros pagos parece que sí, y al viejo estilo del marxismo vernáculo con el capital “foráneo”. Es decir se ha constituido una suerte de ideología “ psicoanalítica humanística” que repitiendo la tan mentada frase “la ciencia forcluye al sujeto”, presenta al psicoanálisis como el lugar “Ideal”donde el pobre sujeto despedido por la ciencia, cual malvada inquisidora de la modernidad, encontraría a Aquel que prestaría su oreja para los padecimientos de nuestro antihéroe posmoderno.
        Sin embargo de lo que se trata,para Lacan, es de que la ciencia es una maniobra respecto de un saber: el saber científico. Este tiene ciertas características:
-No tiene memoria (olvida los dramas subjetivos de aquellos que contribuyeron a fundarla)
-No olvida nada (metodología, pasos)
-Es racional, matemático, comunicable, formulable.
-La verdad es tratada en términos de verdadero/falso. Opera con la noción de exactitud.
Su correlato antinómico: El sujeto en tanto dividido. Este:
-Tiene memoria (historia)
-Olvida
-Opera con la verdad (dinámica)
-Hay falta en lo simbólico.
Para Lacan la ciencia forcluye la verdad como causa, y opera sobre un sujeto que es el sujeto de los juegos de estrategia. Sus características:
-Sabe qué puede
-No olvida nada
-Sabe que quiere ganar (pero no sabe lo que quiere)
-Simbólico completo
Ahora bien ¿qué hace la ciencia con su correlato antinómico?
Intenta suturarlo, coserlo. De  dos hacer uno. ¿Cómo? Con dos maniobras:
a)   La lógica simbólica: 1)Hay universo de discurso.
    2)Tablas de verdad (vs verdad dinámica)
   3)Metalenguaje (hay Otro del Otro, hay garantía de la              verdad, Dios no engaña).
b)   La psicología: Toma al hombre como objeto de estudio. Anula la particularidad. Supone a todos iguales. Es un intento científico de suturar el efecto sujeto dividido.

¿Por qué es tan importante esta noción de sujeto de la ciencia? Porque es parte de lo que Lacan construyó, a mi entender, para hacer del psicoanálisis una disciplina racional, transmisible vs. un   psicoanálisis inefable, no comunicable (o sea para saber algo de esto hay que analizarse), salvo los rituales de iniciación. Porque no es lo mismo forcluir al sujeto que forcluir a la verdad como causa. Las consecuencias de forcluir la verdad como causa son las enunciadas más arriba. Las de forcluir al sujeto llevarían  a postular que Freud produjo un retorno en el seno de la ciencia y que ese retorno se llama sujeto y como consecuencia que el psicoanálisis es portador de una verdad última respecto al sujeto. Cuando el retorno que produjo Freud fue el de la verdad en el campo del saber. Una verdad que siempre es efecto de represión, la verdad en cuestión se llama castración. “ Esto significa operar con una verdad dinámica, que se juega en las palabras. En cómo una palabra se dice verdadera, cómo garantiza de sí misma que es verdadera. Debe para esto decir que no es mentirosa, lo mismo que hace toda palabra mentirosa.Esto quiere decir que no hay palabra que pueda evitar los efectos de la falta de verdad de la verdad. No hay garantía de la verdad. Esto es lo que forcluye la ciencia. Por eso su orden simbólico es completo, pues la inexistencia de la verdad de la verdad es la manera en que se registra  la incompletud del orden simbólico, la incompletud del Otro. Por eso para la ciencia Dios no juega a los dados con el mundo, o sea Dios no engaña.”  Para la neurosis todo el drama se juega aquí: el Otro engaña, no es completo y encima no existe. La maniobra neurótica consiste en darle consistencia al Otro, afirmar que existe, y el Otro del Otro también. Considero que de cómo se entiendan estas cuestiones deviene una u otra manera de operar en la clínica. Para  ser más estricto, en la función deseo del analista tanto en la intensión como en la extensión.
LECTURAS
El otro punto de mi trabajo partió de un interrogante:¿De dónde los postlacanianos han deducido, inferido o leído, que la ciencia forcluye al sujeto?
Realizando un exhaustivo relevamiento bibliográfico, encontré que quien por primera vez plantea esta cuestión es J.A. Miller en un viejo texto titulado “Acción de la estructura”(1964). Muchos años después en una de las conferencias, dictadas en Caracas, previas a la llegada de Lacan, editada luego como “Elementos de epistemología”, dentro del volumen titulado “Conferencias Caraqueñas”(2), lo dice con todas las letras. Sin duda merece un artículo aparte lo que implica en la historia del lacanismo esta lectura milleriana de Lacan, que comienza con el texto más arriba citado, y que se continúa con “La sutura”, texto que, casualmente, es  respondido por el mismo Lacan en la clase inaugural del seminario “El objeto del psicoanálisis”, y editado posteriormente en los “Escritos” como “Ciencia y Verdad”.
Sin embargo lo que interesa para responder a mi interrogante es que la lectura milleriana de Lacan, es mi hipótesis, se introdujo junto con el pensamiento del maestro francés en estas costas del Plata hacia mediados de los 60. Esta lectura  por lo tanto, está tanto en los orígenes de este sintagma cristalizado como en los comienzos de la transmisión del psicoanálisis lacaniano.

Entonces es posible conjeturaar que no es casual que quienes promueven esta lectura ideológica hayan sido en su momento ad- lateres de aquel aspirante a amo que supo sentarse correctamente a la sombra de ese verdadero amo que fue Lacan, y que hoy o forman parte de sus huestes  o están enfrentados especularmente con El yerno. 
Claudio R. Boyé
Psicoanalista









NOTAS
1)   Quien generó mi inquietud por este prejuicio fue Alfredo Eidelsztein, en la clase inaugural de su seminario “Las estructuras clínicas”.
2)   Dice Miller: “Lacan formula, lo cual puede parecerles  paradójico, que el sujeto del inconciente freudiano, ese sujeto que aparentemente es muy distinto de un cogito, es el sujeto de la ciencia, es el sujeto puntual y evanescente de Descartes. Aquí tenemos que distinguir dos cosas. En primer lugar, este sujeto de la ciencia que emerge con Descartes, al mismo tiempo que emerge es rechazado del discurso de la ciencia, es a la vez una de sus condiciones, pero una condición forcluida, rechazada al exterior, lo que hace que la ciencia se presente efectivamente como un discurso sin sujeto(...)sic.
BIBLIGRAFIA
Lacan,J.: “ Ciencia y verdad”.
            “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”. Escritos, Ed. S XXI.
            “El objeto del psicoanálisis”. Seminario inédito
“Radiofonía y televisión”. Ed. Anagrama.
Roudinesco,E.: “Lacan”. Ed. F.C.E.
Miller J.A.: “Matemas I y II”.Ed. Manantial.
Edelstein, A: Apuntes personales de clases.
Milner,J.C.: “Lacan, la obra clara”. Ed. Bordes.Manantial.
Ritvo,Juan B.: "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada". Ed. Letra Viva.



[1] Al decir postlacanianos estoy equiparando el término con posfreudianos en el sentido evolutivo del mismo. Es decir aquellos que por ubicarse después en la diacronía se sienten obligados a hacer progresar un pensamiento, una teoría, por el mero hecho de que la evolución tiende a lo mejor. Olvidando que la evolución como tendiendo a lo mejor es un Ideal, y que el Ideal es esclavo de la sociedad.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Este texto fue escrito para la muestra del artista plástico Sebastián Miale, pero dado que el escrito tiene una densidad conceptual y una visión del arte y del artista que exceden su lugar en un catálogo es que decidí que se publique en este Blog que siempre tiene lugar para el arte y para aquellos que piensan sobre él.



Sobre lo femenino y lo innombrable

            Lo femenino se entrelaza con lo innombrable cuando es encarnado a través de la mirada de un otro-extraño. Ese otro, al intentar acercarse, se aleja; al procurar capturarlo, termina perdiéndolo. No puede descifrarlo porque no lo conoce, sólo lo percibe, como al movimiento invisible de las almas, a través de los sentimientos.
            Toda obra es un retazo de la biografía de su autor. Inevitablemente, hay un momento, un lugar, una experiencia que escapa a la conciencia del artista para dejar su huella, muchas veces, apenas perceptible.
            La huella autobiográfica se disfraza, se oculta. Se cuela a través de la mano que simula operar mecánicamente: circunstancial herramienta.
            Pero esa huella esta ahí, al final del trabajo concluido, para expandir el sentido.
            Hay una idea en Rilke: para escribir un verso verdadero, es necesario haber tenido experiencias profundas, intensas; y no basta con conservar únicamente recuerdos de ellas, sino que es fundamental saber olvidarlas por completo para que se hagan carne en el propio cuerpo. Sólo así, advierte, es posible un verso verdadero.
            Sólo así, ¿por qué no?, es posible el arte verdadero.
            Buscar el origen de una obra es sumergirse en las zonas oscuras de la sensibilidad de un artista. Zonas veladas, pero también siniestras: al abrir la puerta y comenzar el descenso, quizá lo único que se encuentre sea un inmenso vacío, pues aquello que guardan no debe ser visto. Aún así, el perseverante tal vez se contente con atisbar los rasgos de aquellas cosas alguna vez tan vívidas, tan conocidas, y que sin embargo ahora resultan ajenas. Cosas que, en el caos de ese submundo, han perdido su forma y su rostro; y, lo que es peor aún, han perdido su nombre.
            El arte se revela, entonces, como una forma de nombrar lo innombrable.
            Cada obra tiene su tiempo: un fluir inevitable. Amor y dolor son dos fuerzas movilizadoras que conviven dentro del hombre, oponiéndose y atrayéndose de manera constante, hasta terminar siendo la misma cosa. De la mano creadora, que sólo actúa pero no se detiene a cuestionarse, manan como un llanto o una risa.
            Porque resistirse sería abandonarse, consumirse lentamente.
            Y es en el final cuando hay algo que se declara, señalándose victorioso, y que sin embargo no es más que una masa de palabras vanas: al ser pronunciadas, se clausuran a sí mismas.
            Quizá, para algunos sea necesario comenzar a abrir preguntas, aventurar posibles respuestas, innundarse de esas palabras y ocupar con ellas la sala y el silencio; pero será precisamente en ese momento cuando el artista, de pie frente a la interrogación sobre el sentido, pida a gritos con las palabras de Fellini: “no me digan qué estoy haciendo; no quiero saberlo”.



domingo, 26 de agosto de 2012

RESPUESTA DE JACQUES LACAN



RESPUESTA DE JACQUES LACAN A UNA PREGUNTA DE MARCEL RITTER
(En Strasbourg, 26 DE ENERO DE 1975)
Es una pregunta que me surgió esta mañana, pero que está ligada también a preocupaciones teóricas personales. Esta mañana se trataba de ciertas palabras que comienzan por Un: Unbewusste, Unheimlich. Esto me ha hecho pensar en Unerkannte, que se encuentra en Freud en particular en la Traumdeutung, donde está muy mal traducido, puesta que está traducido por lo desconocido, en tanto que es lo no-reconocido.
Encontramos este Unerkannte articulado con la cuestión del ombligo del sueño. El ombligo es ese punto donde el sueño, cito a Freud, es insondable, es decir el punto donde, en pocas palabras, se detiene el sentido o toda posibilidad de sentido. Es también el punto donde el sueño está más cerca de lo Unerkannte, de lo no-reconocido.
Freud dice: Ersitzt ihm auf: traducido literalmente: está sentado encima, tal un caballero sobre su caballo. Pera agrega que de ese punto se levanta un ovillo de pensamientos que uno no llega a desenredar, pero que este ovillo de pensamientos no ha suministrado otras contribuciones al contenido del sueño, es decir al texto manifiesto.
En otras palabras parece ser un punto donde la condensación falló, en el sentido de que es un punto que no está reunido más que por un solo hilo o por un solo elemento al contenido manifiesto, un punto de falla en la red.
Entonces la cuestión que me planteo es, si este Unerkannte, este no-reconocido, indicado por este ovillo de pensamientos, si no podemos ver ahí lo real, un real no simbolizado, algo delante de lo cual finalmente el sueño en tanto que red, no es así, se detiene, donde no puede ir más lejos.
Y entonces me planteo también la pregunta, ¿de que real se trata? ¿Es lo real pulsional? Y también las relaciones de este real con el deseo, ya que Freud articula la cuestión del ombligo con el deseo, puesto que es el lugar donde el deseo surge como un hongo.
Jacques Lacan:
Bueno, doy mi respuesta actual. Es todo lo que puedo decir, he llegado hasta aquí. No pienso que sea lo real pulsional.
Es difícil de captar, no puedo rehacer todo el camino por el que he arribado a eso por el momento.
Me asombraría mucho que quienquiera que fuese me obligue a otra concepción. Estoy más que sorprendido de escucharlos hablar de lo real pulsional. Estoy felizmente sorprendido porque es cierto que hay un real pulsional. Pero hay un real pulsional únicamente en tanto que lo real es lo que en la pulsión reduzco a la función del agujero.
Es decir lo que hace que la pulsión esté ligada a los orificios corporales. Pienso que aquí todo el mundo está en buena disposición para acordarse que Freud caracteriza la pulsión por la función del orificio del cuerpo.
Parte de una especie de idea, de la constancia de lo que pasa por este orificio. Esta constancia es seguramente un elemento de lo real. Hasta ensayé figurarla por algo matemático; que en matemática se defina lo que se llama una constante rotacional, que es un beneficio para nosotros significar ahí que se trata de aquello que se especifica del borde del agujero.
Creo que es necesario distinguir lo que pasa a este nivel del orificio corporal, de lo que funciona en el inconsciente. Creo que en el inconsciente también, algo es significable de forma enteramente análoga.
Creo que esto delante de, lo cual Freud se detiene en ese momento como ombligo del sueño, ya que es respecto a esto que emplea el término Unerkannt, no reconocido, creo que de lo que se trata, es de lo que él denomina, designa expresamente por otra parte, lo Urverdrängt, lo reprimido primordial (se tradujo esto como se pudo).
Creo que es en el destino de lo reprimido primordial, a saber de este algo que se especifica de no poder ser dicho en ningún caso cualquiera sea la aproximación, de estar, si uno no puede expresarse así, en la raíz del lenguaje, que se puede dar la mejor imagen de lo que se trata.
La relación de este Urverdrängt, de este reprimido original, ya que se ha planteado una pre­gunta concerniente al origen hace un rato, creo que es esto a lo que Freud vuelve a propósito de lo que se tradujo muy literalmente por ombligo del sueño.
Es un agujero, es algo que es el límite del análisis; esto tiene evidentemente algo que ver con lo real, que es un real perfectamente denominable, denominable de una manera que es de puro hecho; no es por nada que pone en juego la función del ombligo.
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Debo decir que me ha aliviado un poco, después de haber adelantado que una mujer, en la relación que ella tiene con el Hombre, es un síntoma, recibir esta confirmación que justamente en ciertas mujeres y no importa en cuáles (pas chez n’importe lesquelles) en quienes este tercero fálico es particularmente resonante, estas mujeres como repercusión de mi seminario, me han dicho que era exactamente así la fórmula que les había venido a la mente en ese momento cuando no tanto el Hombre, porque justamente la noción del Hombre, como tal, no está de ese modo presente para una mujer, por el hecho que son justamente una mujer, es también un hombre, y tuve de vuelta este testimonio que ellas se habían formulado perfectamente a sí mismas ya que amaban a Un-tal: es un síntoma.
Ellas entendieron, si se puede decir, lo que les ocurría como siendo algo del orden del síntoma.
Es cierto que esto me ha estimulado mucho para ensayar poner más precisión en lo que había adelantado con muchísima dificultad, quizás timidez.
No creo, y esto en razón de que no hay referencia posible a la Mujer, porque la Mujer universalmente no existe, que el síntoma- Hombre tenga completamente el mismo lugar para una mujer. Pero esto va muy lejos. Implica, invoca como todo lo que es del orden del síntoma, al inconsciente en su totalidad.
Es completamente concebible que la relación de una mujer al inconsciente sea diferenciable de aquella relación del hombre al inconsciente. Es por otra parte lo que permitiría explicar muchas cosas.
Si el inconsciente está menos íntimamente entrelazado a la realidad de una mujer que a aquélla de un hombre,lo que, es necesario decirlo, es perceptible, explicaría que ella lo comprenda mucho mejor. Hablo de una mujer.
Es un hecho que las mujeres que existen como plurales, que las mujeres están un tanto más dotadas para hablar del inconsciente de una manera eficaz que la media de los hombres.
Si el hombre ha puesto tan largo tiempo en descubrir el inconsciente, en apercibirse que el hecho de habitar el lenguaje, no es una cosa que no deja trazas, que haya puesto también largo tiempo en reconocer el hecho de las consecuencias de haber nacido hablante, y de dos seres particulares por los cuales habitualmente les es vehiculizado el parlêtre con dos funciones totalmente diferentes: aquéllas del padre y de la madre, todo esto sobre lo que Freud ha puesto el acento, que haya puesto tanto tiempo en reconocer que el ser humano cae en un mundo de lenguaje y que el hecho que sean sus padres con todo lo que esto supone detrás, en particular que haya sido deseado o no deseado, que sean sus padres quienes lo orienten…
Leía un pequeño libro de Kant: "¿Cómo orientarse en el pensamiento?" No está ahí la cuestión. No se trata de orientarse en el pensamiento.
Se trata de orientarse en el lenguaje, y que el ser humano esté en un campo ya constituido por los padres concerniente al lenguaje, es a partir de ahí que es necesario ver su relación al inconsciente y que esta relación al inconsciente no hay ninguna razón para no concebirla como lo hace Freud: que tiene un ombligo…
Es decir que hay cosas que están para siempre cerradas en su inconsciente, lo que no impide que, sin embargo, esto se designe como un agujero, no reconocido, Unerkannt, según lo que usted adelantó hace un rato.
Les pido perdón por haber sido tan extenso, pero es necesario decir que la pregunta que usted adelantó necesitaba, me parece, al menos esto para responderla ya que es, en efecto, una cuestión que es la simple puesta en palabras de lo que, desde el origen, en el reconocimiento del inconsciente mismo, está la noción que lo que hace de eso la consistencia, lo que hace hablando con propiedad lo Real, es un punto de opacidad.
Es un punto infranqueable, es un punto imposible.
Es así que la noción de lo imposible me parece situar de una manera completamente central, y de una cierta imposibilidad que está ligada, que es coherente, que permitiría especificar en la cadena de seres, como Freud mismo lo ha subrayado, que permitiría especificar al ser humano como siendo, no la mejor obra de la creación, el punto del despertar del conocimiento, sino por el contrario el asiento de otra especial Unerkennung, es decir, no sólo un no-reconocimiento, sino una imposibilidad de conocer lo que concierne al sexo.
Esto nos permitiría aclarar (en fin, nos arrastraría demasiado lejos), que hay algo que el aborda­je científico reconoció en la vida, es la coherencia del sexo y de la muerte.
No se puede decir que esta no-relación sexual, que considero como fundamental en lo real para lo que es del Parlêtre, no se puede decir que esto corresponde a un pequeño despertar del lado de la universalidad de la muerte.
Hay un pequeño alerta (evéil), pero un alerta también muy limitado a fin de cuentas. Del hecho que se diga que todo hombre es mortal, esto no quiere decir sin embargo que haya prevalencia de la muerte.
Que la muerte esté tan bien taponada a fin de cuentas en lo vivido, por la vida, en lo vivido de cada uno, es sin embargo algo muy sorprendente.
Pero que sea por la vía del inconsciente que alguien haya podido hablar de pulsión de muerte, es decir algo que tiene una relación con la muerte, pero casi de la misma manera que tiene una relación con el sexo; hay una relación con el sexo en esto que el sexo está por todas partes donde no debería estar; no hay en ninguna parte, posibilidad de establecimiento de alguna manera formulable, de la relación entre sexos.
Se puede decir lo mismo respecto a la pulsión de muerte: es también una relación a la muerte, pero también desplazada. No es porque está desplazada que de cuando en cuando no tiene éxito en abrirse un camino, pero es lo mismo para aquello que es de la relación al sexo. pulsión de muerte, a la que Freud, es necesario decirlo así, ha sido conducido por la experiencia analítica, es en qué el inconsciente, el inconsciente como tal, es algo que importa distinguir de esta no- relación sexual, en tanto que esta no-relación sexual estaría ligada a lo Real del ser humano, en tanto que es al nivel de lo simbólico que este descubrimiento de una cierta relación a la muerte es revelable y ha, de hecho, por la pluma de Freud, avanzado.
Hay aquí de algún modo, disociación de la relación sexual, de la que es completamente concebible que algo lleve la marca en el inconsciente, en tanto que lo que es demostrado por todo lo que ha descubierto Freud, es justamente que todo lo que es del orden de lo sexual está desplazado.
Como decía esta mañana, lo que es del orden de lo genital es del orden del mito, y del mismo mito que es aquél al que se liga la religión, lo genital es lo que conduce a la reproducción.
Pero que es lo que hace que haya aproximación de los sexos para esta reproducción. Es justamente lo que resta abierto, que permanece particularmente abierto en las personas que están provistas de un inconsciente, es un hecho.
Nadie me ha interrumpido, y dios sabe dónde esto me hubiera arrastrado, para preguntarme lo que era la pulsión sado-masoquista de la que Freud habla y abundantemente. Es curioso sin embargo que, para prenderlo con alfileres, no se haya hablado nunca de sado-masoquismo antes de Sade y antes de Sacher-Masoch.
Es completamente curioso que no se hayan adelantado nunca cosas parecidas, que haya sido necesario que hubiese dos literatos, por otra parte los dos débiles mentales absolutamente integrales, para que uno comience, a darse cuenta que no había sólo pulsión sado-masoquista, sino que es fundamental de la realidad humana, que no se haya percibido que el deseo del hombre es el infierno.
He dicho esto un día delante de un cura. Como soy yo quien habla, naturalmente he visto al cura humillarse. Quiero decir que estaba allí como un felpudo. El deseo del hombre es el infierno, es evidente a partir del momento donde lo digo y lo digo por primera vez hoy delante de ustedes ya que no lo arriesgué nunca hasta ahora, salvo ante este cura.
Es necesario decir una cosa que me consuela, porque es necesario absolutamente que me diga que no es únicamente porque soy Lacan que puedo hacer oír ciertas verdades. Esta verdad es evidente.
Me consuelo: este cura era dantista, no dentista, se ocupaba de Dante y en Dante es evidente que nadie se interesa más que en el infierno.
Lo que cuenta sobre el paraíso es sin embargo muy interesante también. Pero nadie desea leerlo. Gracias al hecho que este cura era dantista, puedo consolarme. No es únicamente porque lo he dicho que él ha dicho sí, sí... En fin, esto no lo dije aún en mi seminario.
Ustedes ven, esto quiere decir que sólo aquí encuentro mis alegrías, no se me plantea una pregunta idiota. Rindo homenaje a Marcel Ritter por haberme planteado esta cuestión del Unerkannt. Esto me ha arrastrado un poco, les pido perdón. Era evidente, era seguro que esto me arrastrara. Es necesario decir que es necesario decir mucho para hacerlo sostenible.
Lo mismo para responder a la persona que me había planteado la pregunta sobre el origen del deseo. Se abrocha la hebilla así.
Por otra parte es por esto que Freud comenzó su Traumdeutung por la fórmula que saben: "Si no puedo mover a los dioses pasaré" - por qué- "por el infierno", justamente.
Si hay algo absolutamente que Freud deja patente, es que del inconsciente resulta que el deseo del hombre es el infierno y que es el único medio de comprender algo.
Es por esto que no hay ninguna religión que no le haga su lugar. No desear el infierno es una forma de la Wiederstand, es la resistencia.
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Texto extraído de "Suplemento de las Notas" (de la Escuela Freudiana), Nro 1, págs. 126/ 135, noviembre 1980, Buenos Aires, Argentina.
Traducción: Jorge Kahanoff.
Texto: Cecilia Falco.
Revisión y destacados: S. R.
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