jueves, 27 de junio de 2013

EL NOMBRE DEL PADRE NO ES LO QUE ERA

Después de una exhaustiva revisión bibliográfica he dcidido  volcar algunas reflexiones respecto de lo que se llama la enseñanza del último Lacan.
            La primera reflexión esta vinculada con la frase que Lacan pronunció en Roma en 1974, a saber: el sentido del síntoma depende del porvenir de lo real.    Fue en la conferencia que llamó La tercera (es decir, la tercera vez que estuvo en Roma, la primera fue cuando pronunció  Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, la segunda cuando dictó su conferencia Razón de un fracaso). Si menciono que fue la tercera es porque “la tercera vuelve, es siempre la primera” (sic). También porque tercero es lo real. Lo que siempre vuelve al mismo lugar. Y a su vez lo imposible en su modalidad lógica. Por lo tanto, voy a comenzar mi elaboración por este controvertido tema dentro del campo del psicoanálisis poslacaniano.
Siguiendo lo que Lacan dice en La tercera, entiendo que el porvenir del psicoanalisis está ligado al síntoma en tanto y en cuanto el psicoanálisis mismo es un síntoma. ¿Cómo entender esto? Mi interpretación es que el psicoanálisis es una respuesta de lo social al malestar en la cultura que afecta a los sujetos. Una respuesta que introduce la verdad en el campo del saber. Pero no una verdad con minúscula sino una verdad dinámica, una verdad que sólo se puede enunciar cuando dice “miento”. Cuando Lacan plantea que el psicoanalisis puede fracasar lo hace en relación a una demanda social que le pide que elimine el síntoma, es decir que se ocupe de los individuos, que suture al sujeto, ese que está dividido, ese con el que la ciencia no sabe qué hacer y, por lo tanto, dice que no es asunto suyo. Pero no sólo se refiere a la ciencia sino que también lo hace respecto de la religión que, según él, está mejor capacitada para eliminar el síntoma pues es una gran dadora de sentido. Y si el sentido del síntoma depende del porvenir de lo real, entendiendo a éste como lo que se pone en cruz para que las cosas no marchen, salvo en el sentido del amo, y está ávido de sentido, entonces qué mejor que la religión para proveérselo. La ciencia, más que sentido, ofrece Ideales vía lo social. Ideales relacionados con ese real que es la vida, de la cual no sabe nada; ofrece lo que hasta hace poco parecía imposible. Si digo imposible no estoy diciendo lo Real lacaniano, porque este es lo imposible en el sentido matemático del término y no aquello que suponíamos que no se iba a poder lograr, por ejemplo: la clonación. 
Al decir que la ciencia ofrece ideales, me refiero a la manera en que caracterizo a nuestra civilización: una civilización científica, donde el discurso de la ciencia atravesado por el discurso del capitalismo impone a los sujetos respuestas a las demandas que el mismo sistema genera. Ya sea tener el último objeto -gadgets- creado por la técnica como los ideales de juventud eterna, belleza pret a porter, etc.
Esta ciencia que genera estos ideales es ni más ni menos que la biología, la ciencia de la vida. Hoy en día, a partir de esta disciplina se ha generado una ideología que me gusta llamar biológica, y que es la que da sustento tanto a las técnicas del cuerpo como a lo que Foucault llama la biopolítica. Y llegado a esta altura del siglo, es difícil separar una de otra. Porque si bien la biopolítica se ejerce desde el Estado, mientras que las técnicas del cuerpo parecieran ser asunto de la privacidad de los individuos, considero que el engaño reside justamente en eso, en creer que es el individuo quien decide si hacerse una cirujía para embellecerse o una clonación para perpetuar su estirpe, cuendo en verdad estas son decisiones que se toman desde el anonimato del mercado. Si hablo de esto es porque considero que la ideología atraviesa todos los estamentos (clases) sociales, y por supuesto las disciplinas científicas, como es el caso del psicoanálisis.
Los autores que he estado leyendo son referentes actuales en el psicoanálisis poslacaniano (Miller, Soler, Laurent, para nombrar sólo algunos), y otros que son miembros de la orientación lacaniana, y me he encontrado con varias sorpresas en lo que llaman “clínica orientada hacia lo Real”.
En primer lugar, porque ubican lo Real como el registro que Lacan privilegia en su última enseñanza, cuando en rigor de verdad basta leer La tercera, RSI o sus últimos seminarios -incluyendo el de Caracas-, para comprobar que en ningún momento Lacan dice otra cosa que no sea que los tres registros –lo real, lo imaginario y lo simbólico- tienen el mismo estatuto: es más, si cortamos un redondel del nudo Borromeo, se desanudan los tres. Estos autores no sólo ubican lo Real como registro privilegiado, sino que además hablan de un gran desorden en lo Real, cuando sabemos que si hay un orden este es simbólico, y que lo real no es un orden, ni un desorden, sino que como dije anteriormente se define por lo imposible; ni siquiera digo es lo imposible porque no tiene estatuto ontológico, y apenás es un registro porque ¿cómo se registra lo que no cesa de no escribirse?
Esta cuestión es solidaria de sostener que hablar de lo Real es hablar del goce, y hablar del goce es hablar del cuerpo y del cuerpo propio. Aquí nos encontramos con otro problema:,se define al cuerpo como el soma, como el cuerpo biológico, no por nada hay una biología lacaniana. El cuerpo termina siendo el lugar de lo inconciente, por lo tanto considero que si continuamos por esta via, al inconciente se lo va a poder tocar o localizar con una tomografía o un mapeo cerebral, y aunque parezca un chiste esta posición es solidaria de quienes hacen un puente entre psicoanálisis y neurociencias, como si esta última fuera la disciplina que Freud soñó que le confirmaría sus teorías.
Estas cuestiones que referí pertenecen a posiciones que se sostienen desde la orientación lacaniana, y no son las únicas que merecen ser mencionadas. Estos autores, también hablan y escriben que la caída de la autoridad  paterna es la caída del Nombre del Padre, ¡como si fueran lo mismo! Que el Otro no existe… ¡y que el Nombre del Padre no es lo que era!, casi podría ser el título de un tango.
Pero vuelvo al tema principal. El sentido del síntoma depende del porvenir de lo real, esto dice Lacan en La tercera. También dice que si el psicoanálisis tiene éxito con lo que se le demanda desde lo social -“que nos libere de lo real y del síntoma”- se extinguirá y pasará a ser un síntoma olvidado. Y esto sería un regreso a la religión verdadera, pues si alguien sabe dar sentido es ella. También sabemos que el psicoanalisis se puede convertir en una religión, y no por apelar a lo real se evitaría dar sentido sino porque lo real queda entificado y podría llegar a ser el becerro de oro de algunas instituciones psi  entonces podemos afirmar con seguridad que éeste desaparecerá y será la ciencia biológica o neurobiológica quien lo sustituya.


Claudio R. Boyé
Psicoanalista