EL LEONARDO DE FREUD
“...En el horizonte
mismo del psicoanálisis en extensión
se anuda el círculo
interno que
trazamos como hiancia
del psicoanálisis en intensión”.
Jaques Lacan
Este
trabajo[1]
parte de una premisa: la clínica
psicoanalítica es una clínica de la
lectura. Lectura de lo que se dice en lo que se escucha. Lectura de
la letra[2].
Esta clínica de la lectura es la que habilita
las construcciones del analista. Estas
se realizan, necesariamente, a partir de los significantes del único sujeto de
la situación analítica y no desde el fantasma del analista.
Por lo tanto ¿se puede suponer una operación de
lectura inherente al psicoanálisis
válida tanto en la intensión como en la extensión? Mi respuesta es que
sí.
Esta afirmación se sostiene en la siguiente
tesis: hay una operación de lectura
propia del psicoanálisis a la que Freud fue llevado por su descubrimiento -el
inconciente- y por su invento -el psicoanálisis-[3].
A esta operación se la puede calificar como no
erudita. Esto significa que es una lectura que no se apoya en documentos. Pero
tampoco es sin documentos. Para este tipo de lectura es portadora de verdad
tanto una fuente documentada, con valor histórico, como una novela, una obra de
ficción.
Esta operación se instala en un borde que hace tambalear
los límites supues tamente bien delimitados del documento y la ficción.
El aforismo de Lacan, “La
verdad tiene estructura de ficción”, formula y radicaliza la operación
freudiana.
A partir de Freud se puede afirmar que los
hechos están irremediablemente perdidos. Sólo se los puede recuperar a través
de lalengua.
El mero hecho de enunciar, contar, relatar,
reconstruir cualquier acontecimiento se hace dentro de la estructura de lalengua y esto ya lo hace ficción del
lenguaje.
El creador del psicoanálisis afirmó en Los sueños que estos tienen un sentido,
que se originan en deseos inconcientes que activan pensamientos inconcientes, y
que deben ser traducidos al lenguaje
de la conciencia. De esta manera se inaugura una dialéctica entre actividad onírica y diurna que no se resuelve
en ninguna síntesis superadora. A partir de aquí es mucho más difícil
establecer la división entre sueño y vigilia.
En Poeta
y fantasía Freud asimila los sueños
diurnos (fantasías) y los sueños.Es a partir de esta lectura freudiana de la
compleja alma humana como nos enteramos que nuestra
lectura de la realidad siempre pasa por el filtro de nuestros fantasmas.
Si recorremos los textos de Freud vamos a
constatar que esta operación de lectura atraviesa toda su obra.
Recordemos que en el ejemplo principal del Chiste y su relación con el inconciente,
el famillonario de Henrich Heine es
en donde Freud lee el anudamiento entre el ser humano y el lenguaje.
Que es en el Edipo de Sófocles donde lee
las coordenadas y callejones sin salida del deseo.
Que estudiando los caracteres de excepción pasa
de un relato de un caso clínico al monólogo inicial de la Vida y muerte del rey Ricardo III, de Shakespeare, para extraer
conclusiones de absoluta validez clínica.
Es en El rey Lear donde Freud lee las relaciones del hombre con el
amor, la vida y la muerte. Y así podríamos continuar.
Para ilustrar mi tesis recurriré al ensayo de
Freud titulado Un recuerdo infantil de
Leonardo de Vinci.
Considero que es en este trabajo freudiano y en
las controversias que originó donde mejor se puede observar la operación de
lectura que Freud inaugura.[4]
Para mostrar esto se impone realizar un
recorrido por las críticas que generó la lectura que Freud hizo de las fuentes,
es decir de los documentos y de las
referencias que utilizó para realizar su estudio del genio del renacimiento.
Mi propósito es mostrar que lo que se llamó un
error “clave” en la lectura freudiana es en realidad una “clave de lectura”.
El error al que me refiero es que Freud parte,
en este trabajo, de un recuerdo encubridor de Leonardo y allí donde, según las
fuentes documentadas, debía decir milano(nibbio)
Freud lee buitre.
Las controversias parten de aquí, porque según
los críticos en la construcción que realiza Freud el buitre juega un papel
principal.
Mucho se ha escrito sobre este error. Uno de
los críticos más contundentes fue Meyer Shapiro[5].
En la primera parte de su estudio Shapiro
cuestiona la argumentación de Freud, pues esta se basa en el supuesto de que el
pájaro del recuerdo es un buitre con sus connotaciones folclóricas y
mitológicas.
Shapiro nos muestra, recurriendo a distintos
documentos, que Leonardo en verdad había escrito milano(nibbio) y no buitre. Que Freud incurre en este error porque en la traducción alemana
que utilizó se había traducido como buitre lo que en realidad era un milano.
Ahora bien ¿dónde Freud leyó buitre?, ¿en qué obra?
Por otra parte Shapiro nos dice que el milano
es otra historia. Esta otra historia el crítico la encuentra en el Cuaderno de Notas de Leonardo. Nos informa que hay allí una colección de fábulas sobre las
“Pasiones” y que una de ellas titulada “Envidia” trata del milano. El crítico
se pregunta qué hubiera pasado si Freud se hubiese encontrado con este
documento. ¿Acaso la connotación que tiene el milano -envidia- lo hubiera
llevado a Freud a argumentar otra cosa?
Por lo tanto, como estos dos pájaros son
absolutamente diferentes el ensayo
freudiano perdería su “argumento clave”. Pues este depende, de las
connotaciones que posee el buitre. Al no ser reemplazable por un milano que
posee otras connotaciones el argumento sería otro.
En el año 1957 Lacan responde, indirectamente,
a Meyer Shapiro. En lo que se refiere al ya famoso buitre, dice:
“Freud sólo leyó este recuerdo infantil en la
cita que de este pasaje hizo Herfeld, o sea que lo leyó en alemán. Pero Herfeld
tradujo como buitre algo que no es en
absoluto un buitre. Freud podría haberlo sospechado, pues la traducción lleva
las referencias a las páginas de los manuscritos, en este caso el Codex Atlanticus”..
Leonardo acostumbraba a escribir y a intercalar
dibujos en su escritura. El pasaje al que hace referencia Lacan dice: “me
parece que estoy destinado a ocuparme particularmente ...”y aparece dibujado un milano.
Hoy sabemos que en la antología de Herfeld que
utilizó Freud no aparece este pasaje. Nuevamente la pregunta: ¿dónde lo leyó
Freud?
Luego de una exhaustiva indagación sobre el
milano, el buitre egipcio y el Gyps fulvus, Lacan llega a la conclusión de
que Freud se equivocó. Sin embargo agrega:
“A menudo ocurre que, aun con toda clase de
fallas, la visión del genio se ha guiado con algo muy distinto que esas
pequeñas investigaciones, y ha llegado
mucho más lejos que esos apoyos puestos a su alcance de forma accidental. La cuestión
es saber qué quiere decir esto, qué es lo que nos permite ver”.[6]
En un artículo de 1994[7],
Shapiro es quien responde a la pregunta: ¿dónde lo leyó Freud?
“¿Cómo pudo Freud traducir mal “nibbio”(milano)
por “buitre”? se pregunta el crítico, no del volumen de Marie Herfeld pues no
contiene ese pasaje. Lo más seguro, nos dice es que el origen se encuentre en
la traducción alemana de la novela histórica El romance de Leonardo da Vinci de Dimitri Merejkovski[8].
Según Shapiro, Merejkovski había quedado impresionado por este recuerdo
infantil y lo incluyó en su biografía novelada. En el original ruso nibbio está
correctamente traducudo pero al pasar al alemán se tradujo como buitre.
Luego, agrega Shapiro:
“La historia de Merejkovski incluye varios
episodios que no están basados en los
textos originales italianos sino que son producto de sus propias elaboraciones
ficticias del recuerdo clave”[9].
Subrayo esta observación que deja perplejo al
erudito pero que a nosotros nos es de utilidad.
Hay otros pasajes utilizados por Freud que
asombraron a Shapiro, confirmándole que la fuente fue una novela.
En el Capítulo IV,de la segunda parte, de la
biografía novelada[10],
Leonardo, hombre de 50 años, antes de alistarse en el ejército de Cesar Borgia,
visita el hogar donde vivió de niño y rememora su pasado:
“Leonardo recordaba como en sueños las facciones de su madre , y
especialmente su sonrisa, delicada,
fugaz, no exenta de malicia, que contrastaba con la expresión de su rostro bellísimo,
sencillo, melancólico, casi rígido y severo...La casita que habitaba Catalina
(su madre) hallábase situada cerca de la quintade mease Antonio (su abuelo).
La descripción de las visitas diurnas que el
joven Leonardo hacía en secreto a su madre nos dice que “caía en los brazos
amorosos de su madre. Ella, que lo esperaba en la puerta de su vivienda,
arrojaba el huso y se precipitaba al encuentro de su hijo para colmarlo de
caricias”; pero, según se lee en la novela, el muchacho disfrutaba más de sus
encuentros nocturnos. Sabiendo cuándo salía su padrasrto, el joven Leonardo
"se deslizaba silenciosamente del gran lecho cuadrado en el que reposaba
al lado de su abuelo, Magdalena (su abuela) abría con cuidado los cerrados
postigos, saltaba el antepecho y asiéndose a las ramas de una higuera se dejaba
caer al suelo y corría, desnudo como estaba, a casa de su madre. Encantábale la
frescura de la hierba húmeda de rocío...encantábale aún más el peligro de que
su abuelo se despertase antes de tiempo y echase de ver su escapatoria y el
misterio de aquellos abrazos que tenían algo de delictuoso cuando,
encaramándose sobre el lecho materno, palpando en la obscuridad, la estrechaba
con toda la fuerza de su cuerpecito.”[11]
¿Qué dice Freud del autor ruso? :
“El poeta Merejkovski es el único que sabe
decirnos quién era esta Catalina (...)” y luego agrega: “Esta hipótesis del
sutil novelista ruso y conocedor del alma
humana carece de pruebas que abonen su exactitud; pero entraña tan alto
grado de verosimilitud y se halla tan de acuerdo con todos los datos que poseemos
sobre la vida sentimental de Leonardo, que nos inclinamos a suponerla cierta.”
Y ¿qué dice de su Leonardo? El 1 de noviembre de 1914, en una carta al pintor Hermann
Struck le dice, al respecto:
“...De paso, también es ficción novelística
(Romandichtung). No quisiera que usted juzgara la certidumbre de nuestras
investigaciones por este ejemplo”.
Cuando dice “ficción novelística”, nos apunta
Gombrich,[12]
se refiere a la novela histórica sobre Leonardo.
Todas estas citas nos permiten vislumbrar
que se trata de una disputa respecto a
las fuentes, a los documentos.
La crítica de Shapiro es clara a este respecto,
la de Lacan también, ambos recurren a documentos.
Sin embargo Freud opera de otra manera respecto
de los documentos. De una manera no erudita. Es decir incluyendo como fuente
con valor de documento una ficción.
Desde el punto de vista de la erudición esto es un error insalvable. Sin
embargo Freud autoriza y se autoriza en la ficción de Merejkovki.
¿Cómo es esto posible? ¿Qué validez tiene
utilizar como fuente histórica una biografía novelada? ¿Podemos sacar alguna
conclusión de esto?
Una primera conclusión es que las disputas de
los documentos pueden llegar a ser interminables. Ya hice referencia, en las
notas, a las dificultades que trae trabajar con traducciones y las diferentes versiones que produce un texto
cuando es sometido a una traducción. Podemos afirmar que un texto cuando es
traducido se vuelve otro texto, altero
respecto del original.
Por lo tanto esta operación de lectura que es
la erudita, es decir la búsqueda de la fuente, del documento, del origen, del
original es la que Freud realizó en sus comienzos cuando aún creía en sus
histéricas. Cuando sostenía la teoría del trauma, como consecuencia de un hecho
verdaderamente acaecido. Esta es la lectura que Freud modifica cuando ya no
cree en su histérica y sí en el fantasma.
Podemos afirmar que a partir de aquí la lectura
freudiana no podría ir a la búsqueda de algún original porque el inconciente
freudiano es un texto perdido que nunca existió.
Entonces la lectura que Freud realiza de la
novela de Merejkovsky es una lectura clínica. Podríamos decir que el estudio de
Freud se podría haber llamado Leonardo,
un caso clínico o de como la
intensión se anuda en la extensión.
Esta operación de lectura freudiana nos enseña
en acto lo que el arte le puede aportar al psicoanálisis. Jamás a la inversa.
Claudio R. Boyé
Psicoanalista
Post-scriptum: una última hipótesis, a desarrollar, es la
siguiente. Los trabajos realizados por Freud sobre arte, que se conocieron como
psicoanálisis aplicado, fueron lecturas necesarias para fundar el
psicoánalisis. Freud, en su etapa de invención, se vio llevado a recurrir a los
grandes poetas, a los mitos y, fundamentalmente, a los clásicos griegos, para
abonar su teoría. Era imposible que recurriese a los saberes de su época pues
estos eran desbordados por el acontecimiento al que Freud nominó inconciente.
Por lo tanto, el remitirse al arte fue para fundar cuestiones relativas al
psiquismo inconciente y no para aplicar el psicoanálisis a las diferentes
manifestaciones artísticas. Considero que es por este motivo que lo que
posteriormente se conoció como psicoanálisis aplicado, en cualquiera de sus
vertientes teóricas o de escuelas, siempre estuvo más del lado de la
psicobiografía o de la crítica, que del psicoanálisis. Es más considero que es
imposible después de Freud realizar la misma operación, pues ella está
vinculada, necesariamente, al momento fundacional del psicoanálisis.
.
[1] Quiero dejar testimonio
que este trabajo es consecuencia de haber participado en una reunión de trabajo
con otros analistas, donde se discutió el escrito de Lidia Araneo e Inés
Rodríguez Las "lecturas" de un psicoanalista".
Compruebo una vez más que siempre se
piensa con otros. Lo que confirma una vez más el dicho de Freud: El psicoanálisis es una obra colectiva, que
aparece citado en el trabajo antes mencionado. En este caso con los
integrantes del Encuentro entre Analistas.
[2] "La letra es algo que
se lee.Hasta parece que se lee a raíz de la palabra misma. Se lee, y
literalmente. En el discurso analítico se trata de lo que se lee , de lo que
se lee más allá de lo que se ha incitado
a decir sin vacilar ante las necedades que se puedan decir. El significado
no tiene que ver con los oídos, sino con la lectura de lo que uno escucha de
significante". (El subrayado me pertenece). J.Lacan, Seminario XX.
[3] Es en el Múltiple interés del psicoanálisis donde
Freud plantea que el método de lectura de los sueños es aplicable a diversas
producciones culturales y a diferentes saberes. Que el psicoanálisis puede
arrojar luz aplicando sus premisas, sus
puntos de vista, su método. Considero importante destacar que Freud "fue
llevado", y agregar por "el deseo". No cedió.
[4] Es importante dejar
aclarado que esta lectura que lleva a cabo Freud está muy distante de lo que
después se conoció como psicoanálisis aplicado. Hoy en día se lo llama
"extensión", "arte y psicoanálisis" etc., dentro del
psicoanálisis postlacaniano. En este sentido es posible afirmar que hay una
gran similitud (estructural) entre los postfreudianos y los postlacanianos en
cuanto a la operación de lectura que cada uno de estos grupos realiza de los
textos de Freud y de Lacan. Lectura no de los textos sino de lo que otros
leyeron, es decir se leen versiones establecidas. Miller es uno de los que
establecen lecturas, pero no es el úmico.
[5] "Freud y Leonardo: un
estudio histórico del arte". (1956).Ed.Tecnos 1999.
[6] Es muy interesante
observar que Lacan estaba sobre la pista de la operación de lectura que realizó
Freud. Sin embargo la llama "visión del genio". Lo que no aporta
mucho. A mi entender en esta clase del Seminario IV, Lacan incurre en el mismo
método erudito que Shapiro, lo que lo lleva a cierto callejón sin salida. O lo
que es lo mismo el lugar común del "genio" de Freud.
[7] Unas cuantas notas más sobre Freud y
Leonardo.También E.H.Gombrich, en 1981. "Las teorías estéticas de Sigmud
Freud". Conferencia dictada en la universidad de Viena , para conmemorar
el 125 aniversario del nacimiento de Freud.
[8] La edición en español que
conseguí lleva por título La resurrección
de los dioses (La novela de Leonardo da Vinci). Edición de Ramón Sopena,
Barcelona,1931. Considero que el título mencionado en el ensayo de Shapiro
incurre en un error (¿de traducción?) que no pude dilucidar por no disponer del
original. Sin embargo lo más factible es que se halla traducido al castellano
Roman por Romance y no por Novela que es lo correcto. Las citas que haga de la
novela pertenecen a esta edición.
[9] El destacado me pertenece.
[10] El título de este
capítulo es, casualmente(!), "Despuntan
las alas".
[11] Esta cita pertenece a la
versión ya citada en nota 7. Lo llamativo es que en las citas que realizan
tanto Shapiro como Gombrich se dice que
Leonardo dormía junto a su abuela y no su abuelo. Además su abuela lleva por
nombre Lucía y no Magdalena. Es más, los dos críticos
encuentran en estos pasajes el origen de las dos madres, que se mencionan en el
estudio de Freud a propósito del cuadro
de Santa Ana, la Virgen , y el Niño. El
nombre de la abuela no considero que sea de gran importancia ya que no altera
en nada la cuestión, pero sí el que haya dormido con ella o que ella haya sido
su cómplice en sus escapadas nocturnas hacia la casa de su madre, cuando
su marido el viejo Accattabrighe se iba
a la hostería para dedicarle una horas al juego, con sus amigos.
[12] En su artículo titulado
"El ingenio verbal como paradigma del arte", en Tributos. Ed. F.C.E., 1991.
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