Si quisieramos
datar cuándo comienza la relación del psicoanálisis con el arte, podríamos
atenernos a la referencia oficial que lo hace comenzar con el ensayo de Freud de 1907, El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen,
publicación que da comienzo a la serie de Monografías
de psicoanálisis aplicado. La Sociedad Psicológica
de los Miércoles fue el marco de las discusiones sobre el pscoanálisis
aplicado. Discusiones apasionadas que giraban en torno a la aplicación de
psicoanálisis a los ámbitos de la literatura, las artes plásticas, la mitología
y la historia. Era el año 1906 y los principales participantes eran Otto Rank,
Adolf Hätler, Max Graf entre otros miembros y concurrentes a esas reuniones
donde se discutían temas vinculados al psicoanálisis.
Sin embargo,
antes de 1906 Freud ya se ocupaba de esto. Si revisamos su correspondencia, nos
encontraremos con menciones sobre la reacción de los espectadores frente a
obras teatrales como Edipo Rey de Sófocles
o Hamlet de Shakespeare. En unas
cartas de 1897, le dice a su amigo Flies: “...la
saga griega apresa una obligación que cada quien reconoce porque ha registrado
en su interior la existencia de ella. Cada uno de los oyentes fue una vez en
germen y en la fantasía un Edipo así. ( )…lo mismo podría estar en los
fundamentos de Hamlet… ”. (Freud, 1986, p 293).
Entusiasmado por
la lectura del escritor suizo Conrad Ferdinand Meyer, le comunica en otra carta
de 1898: “Me gustaría saber algo sobre su
biografía y también sobre la secuencia de sus obras, de lo cual no podría
prescindir para la interpretación”. (Freud, 1986, p 367). De esto podríamos
inferir que el interés de Freud de extender sus ideas sobre el funcionamiento
psíquico a otros ámbitos como la literatura y la creación artística se
plantearon desde muy temprano. Sin embargo considero que la posición del
inventor del psicoanálisis respecto al arte (volveré sobre este punto) no es la
que entendieron los posfreudianos que se dedicaron al psicoanálisis aplicado,
comenzando por Otto Rank.
En 1911 en carta
a Jung, Freud le anuncia que: “Hans Sachs junto a Rank quieren fundar
una nueva revista no médica*[1] Eros y Psyche”,
(Freud, 1978, p 496), revista que, un año más tarde, llevaría el nombre de Imago, reemplazando a las Monografías de psicoanálisis aplicado.
Fue en esta nueva revista donde Freud publicó las primeras versiones de Tótem y tabú, así como su ensayo El Moisés de Miguel Ángel, que hizo aparecer sin firma. Refiriéndose a esta
obra dijo: “Lo que yo siento por este trabajo se parece mucho al sentimiento
que inspira un hijo natural”. (Jones E., 1981, p 386). Sólo en 1924
consintió Freud en abandonar el anonimato y reconocer a este hijo natural, hijo del amor o hijo no analítico, tal las
diferentes maneras de referirse a su Moisés.
Sin embargo en una carta a Karl Abraham de 1914 se refirió a dicho estudio,
criticando su carácter diletante*[2]. El
anonimato y su autocrítica son, en mi lectura manifestaciones de la
ambivalencia freudiana frente a la validez del psicoanálisis aplicado. Ambivalencia
que se esclarecerá al analizar la posición de Freud en relación al arte.
Freud
y la teoría del arte
Hemos dicho que
la posición de Freud frente al psicoanálisis aplicado era, por lo menos,
ambivalente. Ahora intentaremos esclarecer este punto. Nuestro guía para esto
será Gombrich. Al comentar el ensayo de Freud El chiste y su relación con lo inconciente, nos dice: “Para usar la terminología tradicional, el
chiste no permite separar la forma del contenido; y esto era precisamente lo
que Freud intentaba en su trabajo clínico. Se consideraba un traductor capaz de
interpretar para sus pacientes el contenido latente de sus sueños y de sus
síntomas. “Interpretarlos” solo podía significar expresarlos con palabras. Sin
embargo, la teoría del arte, a la que Freud equiparó con la teoría del chiste,
nos enseña precisamente que este tipo de interpretación nunca será posible; no
se puede expresar con palabras lo que “dice” una obra de arte.” (Gombrich,
1991, p 104). La posición de Freud frente al arte no era otra que la dominante
en su época, que identificaba al arte con la expresión e incluso con la
comunicación.
Esto hizo que
Freud dijera que no entendía la música, a pesar de que existen testimonios de
que disfrutaba de ella, sino que el problema es que la música escapa a la
interpretación verbal, no a la comprensión. Si bien su posición era de respeto
frente a los artistas, a los creadores, a veces hasta excesiva, supo utilizar
el arte en provecho del psicoanálisis. Supo leer en las obras de arte
cuestiones que hacen a los fundamentos de la teoría psicoanalítica.
Si
recorremos los textos de Freud vamos a constatar que esta operación de lectura
atraviesa toda su obra. Algunos
ejemplos:
Recordemos
que en el ejemplo principal del Chiste y
su relación con el inconciente, el famillonario
de Henrich Heine es en donde Freud lee el anudamiento entre el ser humano y el lenguaje.
Que
es en el Edipo de Sófocles donde lee
las coordenadas y callejones sin salida del deseo.
Que
estudiando los caracteres de excepción pasa de un relato de un caso clínico al
monólogo inicial de la Vida y muerte del rey Ricardo III, de
Shakespeare, para extraer conclusiones de absoluta validez clínica.
Es en El rey
Lear donde Freud lee las relaciones del hombre con el amor, la vida
y la muerte. Y así podríamos continuar.
Podemos aseverar que en relación al
psicoanálisis aplicado a cuestiones no médicas, hubo de parte de Freud una
estrategia que en principio fue la de sacar a su criatura legítima de la tutela
médica, para lograr inscribir al psicoanálisis en las ciencias de la
naturaleza. La operación freudiana consistía en colaborar con especialistas en
las ciencias del espíritu en investigaciones vinculadas a los mitos, leyendas,
cuentos populares, historia, etc. y en avanzar en cuestiones editoriales. A su
vez, en lo que se refiere al arte, tenía una doble vertiente, por un lado, como
ya dijimos, nutrirse de éste para elaborar conceptos que le permitieran explicar
su clínica y así elaborar un método, y por otro lado era una forma de inscribir
al psicoanálisis en la cultura. Esta operación tiene un antecedente en el
propio Freud que fue cuando publicó Psicopatología
de la vida cotidiana, libro que le permitió introducir su teoría en la
sociedad de su época. El caso del Hombre
de las ratas es el testimonio que tenemos de su “éxito”, ya que el paciente
llega a Freud por la lectura de este libro.
Esta breve reseña de los orígenes
del psicoanálisis aplicado al arte nos permite concluir que la posición de
Freud frente al arte difiere de los posfreudianos, que hicieron del
psicoanálisis aplicado una especialidad, que cayó y cae en la psicobiografía
(interpretación de la obra en función de la vida del autor), en la psicocrítica
(interpretación psicoanalítica de los textos), pasando por la psicohistoria.
Digresión
Existen quienes sostienen que la
primera psicobiografía la hizo Freud y fue el ensayo intitulado Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.
Sin embargo me permito decir, autorizándome en una investigación que hice sobre
el tema*[3],
que el Leonardo que Freud analiza no es el personaje histórico, sino el
personaje de la novela titulada El
romance de Leonardo da Vinci de Dimitri Merejkovski. Novela histórica donde
se encuentra el tan mentado recuerdo infantil de Leonardo, no está en otra
parte. Por lo tanto no se trata de ninguna psicobiografía.
El psicoanálisis en psicología del
arte
Muchos nos
preguntan por qué la materia no se llama psicoanálisis del arte en vez de
psicología del arte. En primer lugar porque en nombre del psicoanálisis se han
cometido y se cometen todo tipo de
trivialidades y aberraciones. En segundo lugar y citando a Lacan, decimos “interpretar el arte es lo que Freud siempre
descartó, siempre repudió; lo que llaman psicoanálisis del arte es todavía más
descartable.” Psicología del arte: “La
primera materia con este nombre comienza en el año 1948, en una cátedra de R.
Arnheim, un austríaco que estaba próximo
a las ideas de la Bauhuas ,
quien emigra a los Estados Unidos y da origen a un seminario que más tarde se
constituye como materia, con el nombre de “Psicología del arte”, en su caso
fundado en una lectura de obras a partir de la teoría de la Gestalt. Hay otro
curso que comienza con un origen diferente en Francia, en el año 1951 con René
Huyghe, conservador jefe del Museo del Louvre, cuando comienza un seminario de
psicología del arte en el Colegio de Francia, institución de alto nivel
académico no universitaria y de acceso público. Tiempo antes, había aparecido
un texto de André Malraux, que se titulaba “Psicología del Arte”.
(Silberstein F., 2009, p 2).
¿Qué es entonces
la psicología del arte? Consideramos que la psicología del arte no es una rama
de la psicología, la podemos ubicar como
más próxima a la teoría del arte (aquí también nuestro guía es Gombrich).
Entonces ¿cuál es el lugar del psicoanálisis dentro de esta materia? Ocupa un
lugar importante pues uno de los objetivos que tiene su inclusión es que los
estudiantes puedan entender que se trata de una teoría sistemática,
conceptualmente coherente y sólida que permite interpretar tanto los procesos
inconcientes de un analizante en el contexto de una sesión analítica, así como
que ciertos conceptos de la teoría sean utilizados en un contexto diferente,
por ejemplo en el ámbito de la teoría del arte, siempre y cuando se respeten y
se tenga plena conciencia que se los está utilizando en otro campo epistémico.
Uno de los conceptos claves de la teoría del arte que se pueden pensar desde el
psicoanálisis es de estilo. Ese Rasgo Único del Pincel (Shitao, 1992, p 25),
que plantea Shitao (1641-1717) en el primer capítulo de su tratado de estética.
Esto nos interesa porque plantea el trazado del trazo como el punto de partida de la acción artística, y esto nos permite
sacar las referencias psicológicas respecto de la “experiencia estética”, e
instalarnos en el tema de la marca del autor, del estilo, que lo hace único
justamente por la manera que descubre de combinar luces y sombras, colores y
formas, materiales, etc. Insisto, descubre y no crea o inventa a partir de la
nada. Otra noción que tomamos del taoismo es el vacío, noción en la que el
psicoanálisis también abrevó vía Lacan, para la invención de su objeto a. Valgan estos dos ejemplos para
mostrar la función del psicoanálisis para lo que entendemos debe ser la
psicología del arte.
Bibliografía
____________(1986). Sigmund Freud. Cartas a Wilhem Flies (1887-1904).Buenos Aires.
Amorrortu editores.
____________(1978).
Correspondencia. S. Freud / C.G.Jung. Madrid.
Taurus.
____________(1979)
Correspondencia. S. Freud / K. Abraham. Madrid. Gedisa.
Jones,
Ernest. (1981) Vida y obra de Sigmund Freud. Buenos Aires. Editorial Paidós.
Freud,
Sigmund.(1997) El chiste y su relación
con lo inconciente. Buenos Aires. Amorrortu editores.
Strachey,
James.(1996). Indices y bibligrafías. Buenos
Aires. Amorrortu editores.
Gombrich, E.H. (1991). Tributos. México. Fondo de
Cultura Económica.
Cheng,
Francois (2005). Vacío y Plenitud. Madrid. Siruela.
Silberstein,
Fernando (2009). Programa de psicología
del arte. Buenos Aires. Facultad de filosfía y letras. UBA.
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