martes, 9 de julio de 2013

El cruce entre el psicoanálisis y el arte

Si quisieramos datar cuándo comienza la relación del psicoanálisis con el arte, podríamos atenernos a la referencia oficial que lo hace comenzar  con el ensayo de Freud de 1907, El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen, publicación que da comienzo a la serie de Monografías de psicoanálisis aplicado. La Sociedad Psicológica de los Miércoles fue el marco de las discusiones sobre el pscoanálisis aplicado. Discusiones apasionadas que giraban en torno a la aplicación de psicoanálisis a los ámbitos de la literatura, las artes plásticas, la mitología y la historia. Era el año 1906 y los principales participantes eran Otto Rank, Adolf Hätler, Max Graf entre otros miembros y concurrentes a esas reuniones donde se discutían temas vinculados al psicoanálisis.

Sin embargo, antes de 1906 Freud ya se ocupaba de esto. Si revisamos su correspondencia, nos encontraremos con menciones sobre la reacción de los espectadores frente a obras teatrales como Edipo Rey de Sófocles o Hamlet de Shakespeare. En unas cartas de 1897, le dice a su amigo Flies: “...la saga griega apresa una obligación que cada quien reconoce porque ha registrado en su interior la existencia de ella. Cada uno de los oyentes fue una vez en germen y en la fantasía un Edipo así. ( )…lo mismo podría estar en los fundamentos de Hamlet… ”. (Freud, 1986, p 293).

Entusiasmado por la lectura del escritor suizo Conrad Ferdinand Meyer, le comunica en otra carta de 1898: “Me gustaría saber algo sobre su biografía y también sobre la secuencia de sus obras, de lo cual no podría prescindir para la interpretación”. (Freud, 1986, p 367). De esto podríamos inferir que el interés de Freud de extender sus ideas sobre el funcionamiento psíquico a otros ámbitos como la literatura y la creación artística se plantearon desde muy temprano. Sin embargo considero que la posición del inventor del psicoanálisis respecto al arte (volveré sobre este punto) no es la que entendieron los posfreudianos que se dedicaron al psicoanálisis aplicado, comenzando por Otto Rank.
En 1911 en carta a Jung,  Freud le anuncia que: “Hans Sachs junto a Rank quieren fundar una  nueva revista no médica*[1] Eros y Psyche”, (Freud, 1978, p 496), revista que, un año más tarde, llevaría el nombre de Imago, reemplazando a las Monografías de psicoanálisis aplicado. Fue en esta nueva revista donde Freud publicó las primeras versiones de Tótem y tabú, así como su ensayo El Moisés de Miguel Ángel, que  hizo aparecer sin firma. Refiriéndose a esta obra dijo: “Lo que yo siento por  este trabajo se parece mucho al sentimiento que inspira un hijo natural”. (Jones E., 1981, p 386). Sólo en 1924 consintió Freud en abandonar el anonimato y reconocer a este hijo natural,  hijo del amor o hijo no analítico, tal las diferentes maneras de referirse a su Moisés. Sin embargo en una carta a Karl Abraham de 1914 se refirió a dicho estudio, criticando su carácter diletante*[2]. El anonimato y su autocrítica son, en mi lectura manifestaciones de la ambivalencia freudiana frente a la validez del psicoanálisis aplicado. Ambivalencia que se esclarecerá al analizar la posición de Freud en relación al arte.

Freud y la teoría del arte
Hemos dicho que la posición de Freud frente al psicoanálisis aplicado era, por lo menos, ambivalente. Ahora intentaremos esclarecer este punto. Nuestro guía para esto será Gombrich. Al comentar el ensayo de Freud El chiste y su relación con lo inconciente, nos dice: “Para usar la terminología tradicional, el chiste no permite separar la forma del contenido; y esto era precisamente lo que Freud intentaba en su trabajo clínico. Se consideraba un traductor capaz de interpretar para sus pacientes el contenido latente de sus sueños y de sus síntomas. “Interpretarlos” solo podía significar expresarlos con palabras. Sin embargo, la teoría del arte, a la que Freud equiparó con la teoría del chiste, nos enseña precisamente que este tipo de interpretación nunca será posible; no se puede expresar con palabras lo que “dice” una obra de arte.” (Gombrich, 1991, p 104). La posición de Freud frente al arte no era otra que la dominante en su época, que identificaba al arte con la expresión e incluso con la comunicación.

Esto hizo que Freud dijera que no entendía la música, a pesar de que existen testimonios de que disfrutaba de ella, sino que el problema es que la música escapa a la interpretación verbal, no a la comprensión. Si bien su posición era de respeto frente a los artistas, a los creadores, a veces hasta excesiva, supo utilizar el arte en provecho del psicoanálisis. Supo leer en las obras de arte cuestiones que hacen a los fundamentos de la teoría psicoanalítica.
Si recorremos los textos de Freud vamos a constatar que esta operación de lectura atraviesa toda su obra. Algunos ejemplos:
Recordemos que en el ejemplo principal del Chiste y su relación con el inconciente, el famillonario de Henrich Heine es en donde Freud lee el anudamiento entre el ser humano y el lenguaje.
Que es en el Edipo de Sófocles donde lee las coordenadas y callejones sin salida del deseo.
Que estudiando los caracteres de excepción pasa de un relato de un caso clínico al monólogo inicial de la Vida y muerte del rey Ricardo III, de Shakespeare, para extraer conclusiones de absoluta validez clínica.
Es en  El rey Lear donde Freud lee las relaciones del hombre con el amor, la vida y la muerte. Y así podríamos continuar.
Podemos aseverar que en relación al psicoanálisis aplicado a cuestiones no médicas, hubo de parte de Freud una estrategia que en principio fue la de sacar a su criatura legítima de la tutela médica, para lograr inscribir al psicoanálisis en las ciencias de la naturaleza. La operación freudiana consistía en colaborar con especialistas en las ciencias del espíritu en investigaciones vinculadas a los mitos, leyendas, cuentos populares, historia, etc. y en avanzar en cuestiones editoriales. A su vez, en lo que se refiere al arte, tenía una doble vertiente, por un lado, como ya dijimos, nutrirse de éste para elaborar conceptos que le permitieran explicar su clínica y así elaborar un método, y por otro lado era una forma de inscribir al psicoanálisis en la cultura. Esta operación tiene un antecedente en el propio Freud que fue cuando publicó Psicopatología de la vida cotidiana, libro que le permitió introducir su teoría en la sociedad de su época. El caso del Hombre de las ratas es el testimonio que tenemos de su “éxito”, ya que el paciente llega a Freud por la lectura de este libro.
Esta breve reseña de los orígenes del psicoanálisis aplicado al arte nos permite concluir que la posición de Freud frente al arte difiere de los posfreudianos, que hicieron del psicoanálisis aplicado una especialidad, que cayó y cae en la psicobiografía (interpretación de la obra en función de la vida del autor), en la psicocrítica (interpretación psicoanalítica de los textos), pasando por la psicohistoria.



Digresión
Existen quienes sostienen que la primera psicobiografía la hizo Freud y fue el ensayo intitulado Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Sin embargo me permito decir, autorizándome en una investigación que hice sobre el tema*[3], que el Leonardo que Freud analiza no es el personaje histórico, sino el personaje de la novela titulada El romance de Leonardo da Vinci de Dimitri Merejkovski. Novela histórica donde se encuentra el tan mentado recuerdo infantil de Leonardo, no está en otra parte. Por lo tanto no se trata de ninguna psicobiografía.

El psicoanálisis en psicología del arte
Muchos nos preguntan por qué la materia no se llama psicoanálisis del arte en vez de psicología del arte. En primer lugar porque en nombre del psicoanálisis se han cometido y se cometen  todo tipo de trivialidades y aberraciones. En segundo lugar y citando a Lacan, decimos “interpretar el arte es lo que Freud siempre descartó, siempre repudió; lo que llaman psicoanálisis del arte es todavía más descartable.” Psicología del arte: “La primera materia con este nombre comienza en el año 1948, en una cátedra de R. Arnheim,  un austríaco que estaba próximo a las ideas de la Bauhuas, quien emigra a los Estados Unidos y da origen a un seminario que más tarde se constituye como materia, con el nombre de “Psicología del arte”, en su caso fundado en una lectura de obras a partir de la teoría de la Gestalt. Hay otro curso que comienza con un origen diferente en Francia, en el año 1951 con René Huyghe, conservador jefe del Museo del Louvre, cuando comienza un seminario de psicología del arte en el Colegio de Francia, institución de alto nivel académico no universitaria y de acceso público. Tiempo antes, había aparecido un texto de André Malraux, que se titulaba “Psicología del Arte”. (Silberstein F., 2009, p 2).

¿Qué es entonces la psicología del arte? Consideramos que la psicología del arte no es una rama de la psicología,  la podemos ubicar como más próxima a la teoría del arte (aquí también nuestro guía es Gombrich). Entonces ¿cuál es el lugar del psicoanálisis dentro de esta materia? Ocupa un lugar importante pues uno de los objetivos que tiene su inclusión es que los estudiantes puedan entender que se trata de una teoría sistemática, conceptualmente coherente y sólida que permite interpretar tanto los procesos inconcientes de un analizante en el contexto de una sesión analítica, así como que ciertos conceptos de la teoría sean utilizados en un contexto diferente, por ejemplo en el ámbito de la teoría del arte, siempre y cuando se respeten y se tenga plena conciencia que se los está utilizando en otro campo epistémico. Uno de los conceptos claves de la teoría del arte que se pueden pensar desde el psicoanálisis es de estilo. Ese Rasgo Único del Pincel (Shitao, 1992, p 25), que plantea Shitao (1641-1717) en el primer capítulo de su tratado de estética. Esto nos interesa porque plantea el trazado del trazo como el punto de partida  de la acción artística, y esto nos permite sacar las referencias psicológicas respecto de la “experiencia estética”, e instalarnos en el tema de la marca del autor, del estilo, que lo hace único justamente por la manera que descubre de combinar luces y sombras, colores y formas, materiales, etc. Insisto, descubre y no crea o inventa a partir de la nada. Otra noción que tomamos del taoismo es el vacío, noción en la que el psicoanálisis también abrevó vía Lacan, para la invención de su objeto a. Valgan estos dos ejemplos para mostrar la función del psicoanálisis para lo que entendemos debe ser la psicología del arte.     




















Bibliografía

____________(1986). Sigmund Freud. Cartas a Wilhem Flies (1887-1904).Buenos Aires. Amorrortu editores.
____________(1978). Correspondencia. S. Freud / C.G.Jung. Madrid. Taurus.
____________(1979) Correspondencia. S. Freud / K. Abraham.  Madrid. Gedisa.
Jones, Ernest.  (1981) Vida y obra de Sigmund Freud. Buenos Aires. Editorial Paidós.
Freud, Sigmund.(1997) El chiste y su relación con lo inconciente. Buenos Aires. Amorrortu editores.
Strachey, James.(1996). Indices y bibligrafías. Buenos Aires. Amorrortu editores.
Gombrich, E.H. (1991). Tributos. México. Fondo de Cultura  Económica.
Cheng, Francois (2005). Vacío y Plenitud. Madrid. Siruela.
Silberstein, Fernando (2009). Programa de psicología del arte. Buenos Aires. Facultad de filosfía y letras. UBA.




[1] El subrayado me pertenece.
[2] El subrayado me pertenece.
[3] El Leonardo de Freud. Claudio R. Boyé. Oxímoron. Revista virtual de psicoanálisis y arte.

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