EL LADRÓN, EL CARNICERO Y SU PRESIDENTE
Escena 1: Julián Cirigliano, jugador del equipo de rugby San Cirano,
empuja y tira al piso a un hombre indigente; luego, sube corriendo a un auto
desde donde están filmando la escena. Se escuchan risas.
Escena 2: En la ciudad de Zárate, un delincuente que había asaltado una carnicería junto a un cómplice termina aplastado entre las
ruedas del auto del comerciante y el poste de un semáforo, mientras vecinos del
lugar lo insultan y golpean. Poco tiempo después, muere.
Escena 3: El Presidente Macri dice: “(el carnicero) debería estar
con su familia, tranquilo, tratando de reflexionar sobre todo lo que pasó,
mientrasla justicia decide”.
Las escenas 1 y 2
corresponden a imágenes subidas a la WEB y luego reproducidas por los medios
masivos de colonización (acertada expresión de Nora Melín). Todo un signo de
nuestra época. En el primer caso se trata de violencia de clase, que como
corresponde fue fuertemente criticada por todos los medios. No porque
cuestionen su existencia, sino por lo explícito de las imágenes. No tienen la
misma vara cuando se trata de la violencia ejercida por los CEOs del Estado, o
por los empresrios, dueños no sólo de los medios de producción, sino también de
las vidas de los que venden o alquilan su fuerza de trabajo. Ya se trate de
cesantías masivas, de represión policial a manifestaciones populares. El
gobernador Morales es un ejemplo de la violencia y la arbitrariedad del Estado,
al convertir a Jujuy en un laboratorio donde se llevó a cabo el primer
ensayo de cómo usar el poder para vengarse de sus enemigos de clase. Milagro
Sala es su trofeo.
En la segunda
escena se puede ver a un presunto delincuente aplastado por el automóvil de
Sergio Oyarzun, alias “el carnicero”, y a una turba que termina ejecutando a
quien ya habían condenado, movidos solo por la identificación recíproca entre
los participantes. Identificación al Ideal sin mediación alguna, así define
Lacan a la locura por fuera de la psicosis. Ejemplo, si los hay, del
debilitamiento del vínculo social. “La convivencia humana sólo se vuelve
posible cuando se aglutina una mayoría más fuerte que los individuos aislados,
y cohesionada frente a estos. Ahora el poder de esta comunidad (Estado) se
contrapone, como derecho, al poder del individuo, que es condenado como
vilencia bruta”, plantea
Freud en El malestar de la cultura, y luego concluye: “esta sustitución del poder del individuo por el de la comunidad
es el paso cultural decisivo. Su esencia consiste en que los miembros de la
comunidad se limitan en sus posibilidades de satisfacción, en tanto que el
individuo no conocía tal satisfacción”.
El siguiente
requisito es que el orden jurídico no se quebrantará para favorecer al
individuo. Si esto no ocurre, la locución latina, tomada de Plauto, homo
homini lupus (“el hombre es el lobo del hombre”), se instalará como única
regla dentro de la comunidad, y en tal caso, el vínculo social habrá
desaparecido. Como sociedad volveríamos a la ley del Talión, sin Código
Hamurabi de por medio. ¿Por
qué es necesario decir esto? El Código Hamurabi (1300
a. C.), código de leyes, unifica los diferentes códigos existentes en las
ciudades del imperio babilónico. Pretende establecer leyes aplicables en todos
los casos, e impedir así que cada uno "tomara la justicia por su
mano", pues sin ley escrita que los jueces hubieran de aplicar
obligatoriamente, era fácil que cada uno actuase como más le conviniera. En este sentido, el crimen del “carnicero” junto con la turba de Zárate es, si se me
permite, pre-Hamurábico. Ni
siquiera se trata de la “ley de la selva”, pues si fuera así habría una ley, y en este triste episodio no hay ley, sólo hay pasaje al
acto. Para el psicoanálisis, el pasaje al acto se sitúa como un más allá del
principio del placer, y por lo tanto está enteramente ligado a la pulsión de
muerte.
Lacan, en el
Seminario La angustia, se refiere a que “La violencia real surge cuando
la estructura simbólica que garantiza la vida de la comunidad se desmorona”. Es
un momento en el que no se piensa, se actúa. Esta
antinomia entre pasaje al acto y
pensamiento se observa en muchas situaciones, desde pasajes al acto simples, hasta homicidios.
Estas imágenes que
se desarrollan ante nuestra mirada son sancionadas como ejemplo por una voz que
aparece en la Escena
3. La voz del Presidente Macri hablando por radio y diciendo que el carnicero
es una persona sana y querida y que, por eso y porque él lo dice, debería estar
en su casa y con su familia. No es casual que al día siguiente esto se haga
efectivo por vía judicial. Es la voz del amo que engorda su ganado. Ese que
tiene sed de venganza y que encuentra la sanción simbólica de la máxima
autoridad en nuestro sistema presidencialista. Voz que es acompañada por otras,
del ministro de Justicia, de los medios concentrados, que convierten al
homicida en un modelo de conducta frente a la inseguridad ciudadana. El
carnicero, el médico, el remisero, son los paradigmas de una sociedad amenazada
en su vínculo social por políticos y políticas neoliberales, constructores de subjetividades individualistas que se pueden caracterizar como la
primera figura del individualismo moderno, al decir de Hegel, la más pobre de todas: la conocida como: "deseo de
goce inmediato sin reflexión alguna". Como en el primer Fausto de Goethe, “la
conciencia desprecia el entendimiento y la ciencia, supremos dones concedidos a
los hombres, y se entrega en brazos del demonio”.
Las consecuencias en el orden social y de la subjetividad son las que
hemos mencionado y son las que el modelo neoliberal necesita para imponer su
modelo económico. No son consecuencias de la falta de experiencia para gobernar
lo que está sucediendo sino de un objetivo del sistema capitalista que es el de
capturar y moldear este tipo de subjetividad que se ajuste a sus fines. Para
esto los medios masivos de colonización son parte de sus instrumentos.
Buenisima pagina oximorón.
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