EL NOMBRE DEL PADRE
NO ES LO QUE ERA
Después de una exhaustiva revisión
bibliográfica he dcidido volcar algunas
reflexiones respecto de lo que se llama la enseñanza del último Lacan.
La
primera reflexión esta vinculada con la frase que Lacan pronunció en Roma en 1974, a saber: el sentido del síntoma depende del porvenir
de lo real. Fue en
la conferencia que llamó La tercera
(es decir, la tercera vez que estuvo en Roma, la primera fue cuando
pronunció Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, la
segunda cuando dictó su conferencia Razón
de un fracaso). Si menciono que fue la tercera es porque “la tercera
vuelve, es siempre la primera” (sic). También porque tercero es lo real. Lo que
siempre vuelve al mismo lugar. Y a su vez lo imposible en su modalidad lógica.
Por lo tanto, voy a comenzar mi elaboración por este controvertido tema dentro
del campo del psicoanálisis poslacaniano.
Siguiendo lo que Lacan dice en La tercera, entiendo que el porvenir del
psicoanalisis está ligado al síntoma en tanto y en cuanto el psicoanálisis
mismo es un síntoma. ¿Cómo entender esto? Mi interpretación es que el psicoanálisis
es una respuesta de lo social al malestar en la cultura que afecta a los
sujetos. Una respuesta que introduce la verdad en el campo del saber. Pero no
una verdad con minúscula sino una verdad dinámica, una verdad que sólo se puede
enunciar cuando dice “miento”. Cuando Lacan plantea que el psicoanalisis puede
fracasar lo hace en relación a una demanda social que le pide que elimine el
síntoma, es decir que se ocupe de los individuos, que suture al sujeto, ese que
está dividido, ese con el que la ciencia no sabe qué hacer y, por lo tanto,
dice que no es asunto suyo. Pero no sólo se refiere a la ciencia sino que
también lo hace respecto de la religión que, según él, está mejor capacitada
para eliminar el síntoma pues es una gran dadora de sentido. Y si el sentido
del síntoma depende del porvenir de lo real, entendiendo a éste como lo que se
pone en cruz para que las cosas no marchen, salvo en el sentido del amo, y está
ávido de sentido, entonces qué mejor que la religión para proveérselo. La
ciencia, más que sentido, ofrece Ideales vía lo social. Ideales relacionados
con ese real que es la vida, de la cual no sabe nada; ofrece lo que hasta hace
poco parecía imposible. Si digo imposible no estoy diciendo lo Real lacaniano,
porque este es lo imposible en el sentido matemático del término y no aquello
que suponíamos que no se iba a poder lograr, por ejemplo: la clonación.
Al decir que la ciencia ofrece ideales,
me refiero a la manera en que caracterizo a nuestra civilización: una
civilización científica, donde el discurso de la ciencia atravesado por el
discurso del capitalismo impone a los sujetos respuestas a las demandas que el
mismo sistema genera. Ya sea tener el último objeto -gadgets- creado por la técnica como los ideales de juventud eterna,
belleza pret a porter, etc.
Esta ciencia que genera estos ideales es
ni más ni menos que la biología, la ciencia de la vida. Hoy en día, a partir de
esta disciplina se ha generado una ideología que me gusta llamar biológica, y que es la que da sustento
tanto a las técnicas del cuerpo como a lo que Foucault llama la biopolítica. Y
llegado a esta altura del siglo, es difícil separar una de otra. Porque si bien
la biopolítica se ejerce desde el Estado, mientras que las técnicas del cuerpo
parecieran ser asunto de la privacidad de los individuos, considero que el
engaño reside justamente en eso, en creer que es el individuo quien decide si
hacerse una cirujía para embellecerse o una clonación para perpetuar su
estirpe, cuendo en verdad estas son decisiones que se toman desde el anonimato
del mercado. Si hablo de esto es porque considero que la ideología atraviesa
todos los estamentos (clases) sociales, y por supuesto las disciplinas
científicas, como es el caso del psicoanálisis.
Los autores que he estado leyendo son
referentes actuales en el psicoanálisis poslacaniano (Miller, Soler, Laurent,
para nombrar sólo algunos), y otros que son miembros de la orientación
lacaniana, y me he encontrado con varias sorpresas en lo que llaman “clínica
orientada hacia lo Real”.
En primer lugar, porque ubican lo Real
como el registro que Lacan privilegia en su última enseñanza, cuando en rigor
de verdad basta leer La tercera, RSI
o sus últimos seminarios -incluyendo el de Caracas-, para comprobar que en
ningún momento Lacan dice otra cosa que no sea que los tres registros –lo real,
lo imaginario y lo simbólico- tienen el mismo estatuto: es más, si cortamos un
redondel del nudo Borromeo, se desanudan los tres. Estos autores no sólo ubican
lo Real como registro privilegiado, sino que además hablan de un gran desorden
en lo Real, cuando sabemos que si hay un orden este es simbólico, y que lo real
no es un orden, ni un desorden, sino que como dije anteriormente se define por
lo imposible; ni siquiera digo es lo
imposible porque no tiene estatuto ontológico, y apenás es un registro porque
¿cómo se registra lo que no cesa de no escribirse?
Esta cuestión es solidaria de sostener
que hablar de lo Real es hablar del goce, y hablar del goce es hablar del
cuerpo y del cuerpo propio. Aquí nos encontramos con otro problema:,se define
al cuerpo como el soma, como el cuerpo biológico, no por nada hay una biología
lacaniana. El cuerpo termina siendo el lugar de lo inconciente, por lo tanto
considero que si continuamos por esta via, al inconciente se lo va a poder
tocar o localizar con una tomografía o un mapeo cerebral, y aunque parezca un
chiste esta posición es solidaria de quienes hacen un puente entre
psicoanálisis y neurociencias, como si esta última fuera la disciplina que
Freud soñó que le confirmaría sus teorías.
Estas cuestiones que referí pertenecen a
posiciones que se sostienen desde la orientación lacaniana, y no son las únicas
que merecen ser mencionadas. Estos autores, también hablan y escriben que la
caída de la autoridad paterna es la
caída del Nombre del Padre, ¡como si fueran lo mismo! Que el Otro no existe… ¡y
que el Nombre del Padre no es lo que era!, casi podría ser el título de un
tango.
Pero vuelvo al tema principal. El sentido
del síntoma depende del porvenir de lo real, esto dice Lacan en La tercera. También dice que si el
psicoanálisis tiene éxito con lo que se le demanda desde lo social -“que nos
libere de lo real y del síntoma”- se extinguirá y pasará a ser un síntoma
olvidado. Y esto sería un regreso a la religión verdadera, pues si alguien sabe
dar sentido es ella. También sabemos que el psicoanalisis se puede convertir en
una religión, y no por apelar a lo real se evitaría dar sentido sino porque lo
real queda entificado y podría llegar a ser el becerro de oro de algunas
instituciones psi entonces podemos
afirmar con seguridad que éeste desaparecerá y será la ciencia biológica o
neurobiológica quien lo sustituya.
Claudio R. Boyé
Psicoanalista